El herpes zóster es un sarpullido que aparece en forma de pequeñas ampollas en la piel, normalmente en el torso, aunque también puede aparecer en el abdomen, en las piernas o en la cara, y está causado por la reactivación del virus de la varicela. El virus de la varicela está como dormido en nuestro organismo, pero al cabo de los años se reactiva y aparece la infección por herpes zóster.
Uno de los tipos de herpes zóster existentes es el oftálmico:
-Enrojecimiento del ojo.
-Sensación de cuerpo extraño.
-Lagrimeo constante.
-Fotofobia o sensibilidad a la luz.
-Reducción de la visión si el herpes llega a afectar la zona de la retina.
-Sarpullido o Inflamación de los párpados.
-Aparición de cicatrices si el herpes llega a la córnea
Si no se trata la enfermedad puede seguir avanzando manifestándose en forma de úlceras corneales. En fases más avanzadas, el virus del herpes puede dañar severamente la córnea provocando incluso su perforación. Generalmente solo afecta a un ojo.
Una vez realizado el diagnóstico por parte de un oftalmólogo, el tratamiento tendrá como objetivo el tratamiento de los síntomas y la prevención de nuevos episodios. Para ello, se realizará una higiene adecuada del ojo a diario con suero fisiológico y se prescribirán medicamentos antivirales y antiinflamatorios.
En casos extremos, si el herpes ocular ha producido una importante pérdida de la visión por el daño producido en la córnea, el trasplante de córnea puede llegar a ser una solución.
El tratamiento sistémico del herpes zóster acorta el proceso de cicatrización, previene o alivia el dolor y otras complicaciones agudas o crónicas, especialmente cuando se administra en las primeras 72 h de la sintomatología.
Las complicaciones más frecuentes del herpes zóster oftálmico son aquellas en las que se ve afectada la piel del párpado (blefaritis) y/o la conjuntiva (conjuntivitis). La afectación de la córnea (queratitis) es la más grave y puede dejar secuelas, afectando a la visión. Por otro lado, la inflamación intraocular puede producir secuelas como cataratas o glaucoma y la inflamación de la retina (retinitis) puede dejar secuelas visuales importantes.
Aunque este tipo de herpes zóster puede tener diferentes consecuencias. Carmen sufrió este herpes: "Me afectó a la visión del ojo y perdí mucha vista. Ahora tengo visión monocular y se me cansa mucho la vista", nos explicaba. "Yo les diría a las personas que lo sufran que acudan de inmediato al médico porque puedes evitar que el nervio se quede tan afectado como me pasó a mí".
La duración media del herpes zóster es de 2 a 4 semanas, pudiendo reducirse si se aplica el tratamiento con los primeros síntomas. Por esto, es muy importante acudir al médico en cuanto empiece el dolor o broten las primeras ampollas.
El herpes zóster presenta una baja mortalidad, pero sus complicaciones, especialmente la neuralgia postherpética, pueden ocasionar discapacidad y afectar a la calidad de vida de quienes lo padecen. Esta enfermedad no tiene cura, pero sí que es posible prevenirla. Consulta con tu médico para más información y visita la web www.virusherpeszoster.com.