Kamala Harris se ha convertido a los 56 años en la primera vicepresidenta de la historia de Estados Unidos después de una carrera fulgurante. Hace solo cuatro años que llegó al Senado, dejando atrás su carrera como fiscal. No se llama Kamala, sino "Kámala". Hasta hace poco ni los propios periodistas estadounidenses sabían pronunciar su nombre. Su nombramiento es rompedor porque nunca había llegado tan alto una mujer medio negra y medio asiática.
Su padre era jamaicano y su madre india. Se conocieron en Estados Unidos, a donde habían emigrado para estudiar y tuvieron dos hijas. Kamala es la mayor y la primera en muchas cosas. Fue la primera fiscal negra primero de San Francisco y, después, de toda California. Se la conocía por unos interrogatorios tan duros que ponían nerviosos a los interrogados.
Fue senadora, se enfrentó con Biden en las primarias demócratas y él después la rescató para la vicepresidencia. Sus detractores le recriminan dureza durante su época como fiscal. Le reprochan, por ejemplo, no haber combatido la violencia policial. Sus partidarios alaban que quiera luchar contra el cambio climático y contra la política migratoria de Trump.
Está a favor del aborto y de los matrimonios homosexuales, que ella misma ha oficiado. Kamala Harris está casada con un abogado que ya tenía dos hijos. Ella no tiene hijos biológicos. A nadie se le escapa que si Biden no se presenta a la reelección, tiene muchos números para ser la candidata. Trump aseguró hace poco que nunca será presidenta pero la senadora a la que casi nadie conocía hace poco ya se ha convertido en la mujer más poderosa del mundo.