Los últimos casos de menores explotadas por una red con fines sexuales que residían en un centro de menores en Madrid nos hace volver a preguntarnos qué hacen esos centros que debería tutelar a las menores.
También se han destapado otros casos en Canarias o Baleares. Según los expertos, esto se repite en todas la comunidades autónomas. Señalan que las redes aprovechan las debilidades del sistema de protección para captar a las menores y prostituirlas abusando de ellas y convirtiéndolas también en adictas a estupefacientes. España, con 27.500 menores, es el país europeo con mayor número de niños en centros de protección.
En Madrid, una trama de explotación sexual de menores se ha saldado con 37 detenidos y 10 adolescentes españolas liberadas.
Almudena Olaguíbel, directora del Departamento de Protección a la Infancia de Unicef España, ha asegurado que "tenemos que abrir los ojos de que hay otro tipo de tratas, es una trata nuestra, una trata nacional".
De las adolescentes liberadas, 5 de ellas residían en centros de menores de la Comunidad, que tenían que protegerlas. Pero el sistema no funciona- según los expertos- con la mayoría de menores que llegan con muchas carencias, la principal la de afecto, de referentes y guías.
Noemí Pereda, psicóloga y profesora de victimología de la Universidad de Barcelona, asegura que son necesidades básicas que están vinculadas con el afecto. "Hay una rotación de profesionales que hacen que no se pueden vincular".
Los centros están saturados, como ejemplo uno de Hortaleza, con capacidad para 40 menores, que llegó a tener más de 100 menores. Y todos ellos con servicios subrogados con la perspectiva de negocio.
Así, es imposible tratar a estos niños y niñas de forma individualizada o hacerles un seguimiento. Los explotadores lo saben y por ello las captan por redes sociales e incluso por la figura del loverboy. También las enganchas con drogas que deben pagar con sexo, pero sobre todo con una falsa creencia de familia, de identidad.
Por eso, los especialistas piden cambios de gestión y de sistema, como familias de acogidas, pero que escasean en España, o potenciar familias profesionales para darles a estos menores vulnerables un eterno seguro y futuro mejor.