La lista de problemas ambientales que padece España es larga. Recibe las multas más altas de la Unión Europea por no depurar adecuadamente aguas residuales. A esto se suma la sequía que incluso en otoño, época de lluvias, nos afecta. Al problema del agua se suma la dependencia energética. Por si fuera poco, el aumento del precio de los fertilizantes agrícolas cuyo aumento del coste se traslada a los alimentos. Y, aunque parezca difícil de creer hay quien encuentra la solución a parte de esos problemas en las aguas residuales.
Estamos en la EDAR (Estación Depuradora de Aguas Residuales) de la ciudad de Almería, en la pedanía de El Bobar, a cuatro kilómetros de la capital. Como señala su alcalde Ramón Fernández-Pacheco: “vivimos rodeados de un desierto. Esta es la ciudad en la que menos llueve de toda la Península. Por eso aquí valoramos hasta la última gota de agua”.
Zouhayr Arbib es ingeniero de sostenibilidad de Aqualia, la empresa que se encarga de la gestión de esta planta. Por un lado, se realiza un tratamiento de aguas residuales convencional. Se le quitan partes sólidas, en donde nos encontramos objetos que nunca se deberían arrojar por el inodoro: toallitas, compresas, y hasta trapos. Después sigue retirada de grasas y aceites, que tampoco se deberían arrojar por el desagüe, y arenas. Más tarde, el agua sucia pasa a unas enormes balsas que pueden tener unos 6 metros de profundidad donde se les inyecta aire. Ahí, como nos señala de forma muy didáctica Zouhayr Arbib, hay bacterias que al recibir esa cantidad de oxígeno comen la porquería y salen nuevas bacterias. Pero lo importante es que sale agua limpia. Sin embargo, en contra tenemos que genera dióxido de carbono. “Este sistema es el tradicional que se llevan utilizando desde 1914”, señala Zouhayr. Ahora él nos muestra el otro sistema que están implantando “aquí lo que hemos conseguido es tener bacterias que no necesitan que les inyectemos aire, por tanto ahorramos energía en ese proceso. Pero además lo conseguimos en temperatura ambiente. Es decir, no requiere apenas gastos de consumo”. Aparte de producir agua limpia este proceso con bacterias anaerobias genera biogás. Se trata de un combustible para vehículos que es menos contaminante que cualquier otro combustible líquido. Como señala Zouhayr:“Un coche impulsado por biogás emite un 80% menos de CO2 que uno impulsado por gasolina o diésel”.
Los lodos que sobran de la depuración se usan para compostaje, pero en esta planta de Almería de modo experimental están recuperando fósforo. Se trata de un recurso muy limitado en la tierra, no se puede fabricar y es esencial para la agricultura. Es un elemento estratégico y del que hablamos ya en este reportaje en Cuatro sobre el Sahara Occidental. De hecho, la agricultura tan productiva que tenemos hoy en día solo es posible gracias a los fertilizantes que fabricados con estos compuestos: nitrógeno, potasio y fósforo. Los dos primeros son abundantes pero no el tercero. Como nos insiste Zouhayr: “es un elemento que no se puede sintetizar, no se puede fabricar. Es una roca que cuando se acabe, se acabó”. Sin embargo, en esta planta de depuración de Aqualia en Almería nos han mostrado fósforo recuperado de las aguas residuales. De estas hemos recuperado compuesto para fertilizantes, agua limpia y energía que apenas contamina. Todo gracias a la investigación científica y es que sin ciencia no hay futuro. Sobre todo si seguimos sin hacer caso al agotamiento que muestra nuestro planeta.