La ciudad ucraniana de Mariúpol, ha sido tomada por las tropas rusas, según ha asegurado el Kremlin. Sin embargo, el gobierno de Ucrania niega estas informaciones. Hoy se iba a intentar abrir un nuevo corredor humanitario. De donde no puede escapar nadie es de la acería de Azovstal donde aún resisten rodeados miles de combatientes y en torno a un millar de civiles, a los que se ha podido ver primera vez estos días en los túneles donde viven como topos.
Las tripas de la inmensa acería de Azovstal, se han convertido en el símbolo de la resistencia en Mariúpol. Los milicianos del batallón de Azov, considerado neonazi, nos guían hasta el escondite en el subterráneo para mostrarnos, por primera vez, a los civiles que también se refugian aquí. Les han traído comida y juguetes. Los niños nos enseñan las cestitas de mimbre fabricadas por ellos mismos. "Nos entretenemos jugando con los móviles pero queremos ver el sol", comenta una de las pequeñas.
Algunas familias llevan 50 días en estos sótanos. El gobierno ucraniano acusa a Rusia de impedir la evacuación de estas familias al reanudar sus ataques sobre la acería este sábado. Moscú por su parte, responsabiliza a Ucrania de usarlos como escudos humanos. Las fuerzas invasoras han marcado un corredor con banderas rojas para permitir la salida de combatientes si se rinden, pero ni soldados ni milicianos ucranianos se entregan.
La ciudad es ya solo un conjunto de ruinas, ocupada por las fuerzas rusas, según el Kremlin. La desolación más absoluta esconde algo brutal: las fosas comunes, captadas por satélite, podrían albergar, según el alcalde, entre 3.000 y 9.000 cadáveres. En Mariúpol aún sobreviven unos 100.000 civiles.
Ayer solo 80 de ellos pudieron ser evacuados. Este mediodía se ha puesto en marcha un nuevo intento de corredor humanitario para salir del infierno.