Marruecos se enfrenta a su tercera noche desde que el viernes a las 23:11 temblara la tierra con una intensidad 7 grados en la escala Richter, nunca vista en la historia de ese país. La cifra de la tragedia, la de fallecidos alcanza ya los 2.122, además de 2.400 heridos y unos 300.000 afectados. El mayor reto para los equipos de rescate es poder llegar a todas las zonas donde hay más víctimas, sobre todo, a las zonas rurales, donde las casas de adobe han quedado destruidas. Hasta una de ellas, se ha desplazado Jesús Martínez, quien ha sido testigo de primera mano de uno de los rescates.
“Los rescates están siendo muy laboriosos”, ha explicado, especificando que los bomberos trabajan “con sus propias manos” para retirar lo que queda de las viviendas que han dejado sepultados a una multitud de personas anónimas.
En Marrakech, Edurne Arbeloa de ‘Cuatro al día’ ha podido comprobar cuál es la situación de la ciudad. “Nadie estaba preparado para un terremoto de esa intensidad, por eso Marrakech es una ciudad que sigue en estado de shock, completamente conmocionada. Muchísimo miedo es lo que se respira aquí, lo que hemos podido ver”, ha informado Edurne Arbeloa.
El domingo pocos se han atrevido a dormir bajo techo en la zona golpeada por el terremoto. Las calles de Marrakuech estaban repletas de gente, pero esta vez no reinaba la habitual algarabía de la turística ciudad, sino un temeroso silencio ante un nuevo temblor.
“La bulliciosa medina siempre de noche es una ciudad fantasma. Nadie duerme dentro, lo hemos podido comprobar. Miles y miles de familias han vuelto a pasar la noche al raso. Han instalado campamentos improvisados en cualquier espacio abierto, en parques, en plazas. Han intentado dormir en tiendas de campaña, en sus vehículos, donde han podido. Han pasado la noche conversando, mirando las imágenes, intentando asimilar lo ocurrido”, ha continuado.
“Tengo miedo todavía porque puede haber otro seísmo hoy o mañana. No puedo dormir”, expresaba una niña. Un temor que comparten los adultos. “Estamos aquí porque lo que nos pasó nos dio miedo”, expresaba una mujer por la noche.
Al amanecer los efectos del seísmo son más evidentes, los escombros se amontonan en las calles y los que regresan a sus casas medio destruidas dan gracias a Dios por no haber estado allí. “Gracias a Dios no había otras personas aquí, de lo contrario su destino habría sido la muerte”, afirma un hombre.
“Muchos nos han enseñado los daños en las viviendas. No pueden volver, hay técnicos que les han dicho que no vuelvan. No están recibiendo ninguna ayuda. Piden que vengan a asesorarles, que les digan si pueden volver y muchos otros, sencillamente, no quieren volver, no quieren que una nueva réplica les vuelva a sorprender por la noche”, ha señalado Edurne Arbeloa.
Pero donde los daños causados por el terremoto han sido mayores es al sur de Marrakech y más cerca del epicentro del seísmo, donde han muerto más de la mitad de los 2000 fallecidos que por ahora se han contabilizado. Son las provincias de Al Haouz y Taroudant, dos zonas rurales de difícil acceso en las montañas del Atlas, donde la mayoría de las casas son de adobe y no han podido soportar la magnitud del terremoto. Aquí la intensidad del seísmo que es la que cuantifica la destrucción de un terremoto. Ha alcanzado el nivel 9 en una escala de 12.
Un equipo de Mediaset ha llegado a una de las aldeas de Al Haouz al amanecer y el panorama era desolador: la región está devastada y hay muchos fallecidos.
La cifra de víctimas ya supera los 2.000 muertos y los 2.000 heridos de los que más de 1.400 están en estado muy grave. Una cantidad muy alta no solo debido a la potencia del terremoto y a la fragilidad de muchas construcciones. También ha contribuido a ello que el seísmo se produjo por la noche, cuando la gente está en sus casas y la oscuridad les dificultas escapar y evitar quedar atrapado entre los escombros.
El rey de Marruecos, que apareció 18 horas después del terremoto, presidiendo una reunión en el Palacio Real de Rabat ha decretado tres días de luto en todo el país.