En plena vorágine política, la plataforma SUMAR de Yolanda Díaz tiene muchas cosas que negociar para alcanzar un acuerdo. En este momento es indispensable para evitar la perdida de escaños que supondría acudir fragmentados al 23J. El mayor problema es decidir quién estará en lo más alto de las listas y cuál será el protagonismo de Podemos.
Alberto Garzón comparece hoy por primera vez desde que renunció a presentarse a las elecciones y pide una renovación de liderazgos en la izquierda. Esa petición aumenta la presión sobre las dos caras más visibles de Podemos: Irene Montero e Ione Belarra, sobre todo después del descalabro del domingo.
El partido perdió alrededor del 60% de sus diputados autonómicos y de sus representantes municipales. Salió, también, de los gobiernos de Baleares, Comunidad Valenciana, Canarias, Aragón y La Rioja. Tan solo mantienen el de Navarra. Además, el partido desapareció de los parlamentos de la Comunidad de Madrid, la Comunidad Valenciana y Canarias.
Esos malos resultados colocan a Belarra y Montero en una posición de debilidad en la negociación de las listas. Las primarias que se habían prometido ahora han sido dinamitadas por el adelanto electoral. Así que los puestos se reparten estos días entre los partidos.
Los precedentes de esta negociación no son muy positivos. En las últimas elecciones andaluzas Yolanda Díaz intentó apadrinar un pacto de izquierdas parecido pero se estiró tanto la cuerda que la inscripción de Podemos llegó tarde al registro y se quedaron fuera.
Hace unos meses, también se negoció para que Podemos estuviera en la presentación de SUMAR, pero tampoco hubo acuerdo. Si tampoco lo hay ahora, la ley electoral les penalizará: con los mismos votos, si se presentan juntos tendrían 43 escaños y si se presentan separados, 30. El plazo para llegar a ese pacto que todos dicen querer pero que sigue sin llegar acaba el viernes.