Cada vez hay más mujeres científicas, pero hacen falta nuevas vocaciones entre las jóvenes. Con motivo del Día de la Mujer y la Niña en la Ciencia, hemos hablado con algunas investigadoras del Hospital Gregorio Marañón de Madrid, donde el 60 por ciento de sus investigadores son mujeres. Todas coinciden en la importancia de la presencia y el punto de vista femenino en la Ciencia.
María Eugenia Fernández, doctora de la unidad de Producción Celular del Hospital Gregorio Marañón, explica cómo en su unidad reparan corazones con células madre, pero también fabrican piezas para trasplantarlos con bioingeniería.
“Utilizamos células de diferentes estirpes, todas con esa condición de célula madre para poder reparar o regenerar el tejido que está dañado y además somos pioneros en la descelurización de tejido cardiaco. Generamos constructos, ya sean válvulas cardiacas, de ventrículo, hidrogeles, unas biotintas, que son perfectamente compatibles con nuestros pacientes”, explica.
Laura Pérez, investigadora S. Microbiología del Hospital Gregorio Marañón, trabajó durante casi una década con Margarita Salas y es una de las investigadoras cuyo papel ha sido clave para secuenciar el genoma del SARS-CoV-2.
“Tenemos más de 5.000 cepas de SARS-CoV-2 secuenciadas. La llegada a España de cepas de preocupación, la delta, la alpha… Hemos sido en muchas ocasione los primeros en identificarlas porque hacíamos una vigilancia sistemática de todo lo que estaba llegando a España”, señala.
Ambas insisten en la importancia de la presencia de mujeres en los equipos en los que trabajan. “No sé por qué pero se nota. Tenemos una sensibilidad especial”, dice Fernández. “Hacemos preguntas sobre las cosas, probablemente la visión sea muy diferente entre un hombre y una mujer”, explica Pérez.
Precisamente ese otro punto de vista llevó a Susana Carmona, investigadora de Neurociencia del mismo hospital, a preguntare cómo las hormonas modifican el cerebro de las mujeres durante el embarazo y después ya que apenas hay estudios sobre salud reproductiva de la mujer en ese campo.
“Solo había un 0,5% de esos estudios que analizaban el efecto de las hormonas en el cerebro. Obviamente aquí hay un sesgo muy claro en cuanto a los recursos que se dedican para estudiar cómo la variable sexo influye en diferentes procesos cerebrales”, asegura.
Cada vez hay más investigadoras, pero aún queda. “Por fin se valora más el currículo de la persona que el género que esta persona tenga”, celebra Fernández.
“Estamos dándonos cuenta de que, quizás nosotras, que valemos, que podemos estar y podemos conseguir cosas. Creo que todavía hay mucho que hacer”, apunta Pérez.
“Hacen falta más investigadoras en general, y si además podemos virar un poquito esta tendencia hacia investigar solo cosas que son más típicamente masculinas y centrarnos en estos procesos que son típicamente masculinos”, añade Carmona.
La educación juega aquí un papel fundamental para despertar vocaciones científicas entre las niñas. “A Marie Curie se la empieza a escuchar mucho ahora, pero hasta ahora quién escuchaba de Marie Curie. Creo que es el momento de empezar a desempolvar a estas grandes mujeres de la Ciencia”, anima Fernandez.
En este sentido, Laura Pérez, anima a las niñas a meterse en su mundo: “Yo animo a las niñas a que sean científicas, a que luchen por sus sueños, a que trabajen en investigación. Creo que son necesarias y van a enriquecer muchísimo, pero necesitamos más recursos; necesitamos financiación para poder contratar a estas niñas, para poder desarrollar nuestros proyectos, para poder colaborar internacionalmente…”.