Rusia ha lanzado una treintena de misiles contra instalaciones energéticas en Ucrania. Vladimir Putin busca dejar sin luz y sin calefacción a los ucranianos a las puertas del invierno, pero la contraofensiva ucraniana continúa y pone contra las cuerdas a los rusos sobre todo en Jersón. Allí, se teme que la voladura de una presa por parte de Rusia cause una catástrofe que afectaría a más de 80 localidades.
La guerra en Ucrania cumple el sábado 241 días. Rusia ha lanzado un ataque masivo a gran escala con el lanzamiento de una treintena de misiles contra Kiev y otras regiones del oeste y el sur del país. Muchos de los misiles han sido interceptados por los sistemas antiaéreos ucranianos. El resto han afectado a infraestructuras energéticas.
Hasta el momento, los bombardeos rusos han dañado la mitad de la capacidad de generación eléctrica de Ucrania causando apagones en más de mil localidades.
La contraofensiva ucraniana sobre la región de Jersón avanza con éxito y la población civil ha empezado a cruzar el río Dniéper huyendo de un frente de guerra que cada día se acerca más al centro de la ciudad.
La llegada de los soldados ucranianos parece inminente. Esta mañana unos operarios retiraban un cajero de un banco ruso en las calles de Jersón.
Desde Kiev advierten de que los rusos han minado la presa de la central hidroeléctrica cercana a la ciudad y podrían volarla por los aires para cubrir una posible retirada de sus tropas. La destrucción de la presa supondría la inundación de más de 80 localidades.
Mientras tanto el gobierno estadounidense a través de su secretario de Estado, Antony Blinken, afirmó anoche que su país está abierto a la diplomacia con Rusia para negociar un fin de la guerra, aunque ha señalado que Moscú no está por la labor de esta vía.