Vladimir Putin ha amenazado esta semana con usar "todos los medios a su alcance" para defender Rusia. Un modo, sin decirlo, de agitar el miedo que despierta su poderoso arsenal nuclear. Pero, ¿puede llegar a usarlo? ¿Cómo lo haría? ¿Y cómo sería la respuesta de Occidente Los expertos aseguran que los juegos de guerra que Washington y Moscú llevan décadas diseñando nada tienen que ver con el escenario actual, pero que la amenaza es real. De momento, la primera fase de la disuasión nuclear, la advertencia, ya ha empezado.
El miércoles, Putin lanzó esta advertencia a Occidente: "No dudaremos en usar todos los medios a nuestra disposición para proteger a Rusia y a su gente. No es un farol". Es lo que los expertos denominan: retórica de la amenaza, escalón previo de la disuasión nuclear a la activación de la fuerza nuclear estratégica e inicio de maniobras, y al uso demostrativo del poder atómico.
El problema es que los Juegos de Guerra que Rusia, por un lado, y Estados Unidos y la OTAN, por otro, llevan probando desde hace décadas para saber cómo actuar ante un escenario nuclear, no contemplan un caso como el actual.
Nada que ver con un conflicto local en el que Rusia ejerce de invasor ante un rival menor y sin capacidad nuclear como Ucrania. En sus juegos de guerra contra la OTAN, Moscú baraja desde explotar a modo de advertencia una bomba nuclear bien en el mar, bien en zonas deshabitadas de tierra firme, hasta atacar con armas tácticas objetivos militares o civiles estratégicos. Los más radicales apuestan por bombardear directamente a las tropas sobre el terreno e incluso núcleos de población.
Occidente tampoco ha previsto un escenario similar. Los expertos difieren en el tipo y grado de la respuesta. Unos hablan de intensificar las sanciones diplomáticas y económicas, mientras que otros creen que habría que bombardear los puntos de origen del ataque nuclear, con armas convencionales o con armas del mismo grado de poder atómico.
Aún así, el uso de armas nucleares pondría a prueba de verdad tanto la fidelidad de la cadena de mando en Rusia, como el nivel de adhesión a un líder como Putin.