El verano del descontento llaman ya en Reino Unido a la ola imparable de huelgas que se vive debido a la crisis energética. Unas protestas que recuerdan al famoso invierno vivido a finales de la década de los setenta.
Una ola de indignación y de paros a la que se siguen sumando cada vez más trabajadores que no llegan a final de mes.
El Gobierno del primer ministro británico, Boris Johnson, se enfrenta ahora al llamamiento a la desobediencia civil después de anunciarse que el precio de la luz va a aumentar hasta un 80%.
La presión es cada vez mayor sobre los ciudadanos y el dramatismo se va a multiplicar este próximo invierno porque se espera que la inflación alcance el 18% en enero. Las facturas de la electricidad y del gas van a subir un 80% a partir de octubre y se van a triplicar cuando llegue 2023.
Cada vez hay más sectores de trabajadores que se declaran en huelga y hay un movimiento ciudadano de desobediencia que cuenta con más de 100.000 personas que se niegan a pagar las próximas facturas.
El Ejecutivo de Reino Unido tendrá que afrontar por primera vez una crisis tan profunda en la economía sin el colchón de la Unión Europea.