Continúa el escándalo tras la filtración de un vídeo de la primera ministra de Finlandia, Sanna Marin, en una fiesta privada. Esto le ha obligado a someterse a un test de drogas. Las críticas de la oposición han llevado a algunos a preguntarse si se sometería al mismo escrutinio a un político varón.
No es la primera vez que se ve a un político en una situación así. Son memorables los momentos en los que Borís Yeltsin, expresidente de Rusia, aparecía pasado de copas en actos oficiales, dando tumbos, con la batuta en la mano, bailando o en un columpio. Mientras tanto, sus homólogos le reían las gracias, pero era otra época. Entonces parecía imposible imaginar la llegada al poder de una mujer a los 34 años en Finlandia, al otro lado de la frontera rusa.
Hoy las redes sociales convierten una fiesta privada en algo muy público y, por ello, para zanjar la polémica, Sanna Marin se ha sometido a un test de drogas.
Algunos como Pablo Echenique ven un doble rasero. “Esto es un escándalo porque es mujer, joven y de centro izquierda”, ha dicho Twitter, comparando las imágenes con otra juerga, bastante distinta, de Mariano Rajoy, quien bailó en una boda al ritmo de ‘Mi gran noche’ de Rafael.
Años antes, José María Aznar frivolizó sobre el consumo de alcohol al volante. Ya no estaba al frente del Gobierno, aunque sí era presidente de honor del Partido Popular.
En Japón, el ministro de Finanzas tuvo que dimitir tras una desastrosa rueda de prensa. Reconoció haber bebido alcohol, claro que no estaba en una fiesta privada sino en el G7.
Pero las juergas más escandalosas, sin duda, han tenido como escenario el número uno de Downing Street. En este caso, al contrario que en el de Finlandia, Boris Johnson infringió la ley, violando las restricciones anticovid que él mismo había impuesto. Su partido le obligó a marcharse.