La caza ilegal ya no es la mayor amenaza para los elefantes africanos. El cambio climático los están matando a un ritmo 20 veces mayor que la caza furtiva. Un buen ejemplo de ello es Kenia, donde en el último año han muerto de sed 179 elefantes frente a los 9 que mataron los cazadores furtivos.
El ministro keniata de Vida Salvaje alertó esta semana de que estos datos no son solo un aviso, puesto que se trata de una alerta roja. Kenia afronta la mayor sequía en 40 años y los elefantes adultos necesitan alrededor de 140 kilos de comida y cerca de 190 litros de agua cada día.
La sed y el hambre hace que abandonen sus espacios protegidos en busca de recursos, amenazando los poblados cercanos o realizando largos viajes en busca de agua que no todos resisten.
En septiembre del año pasado, el presidente de Kenia, Uhuru Muigai Kenyatta, ya declaró que la sequía era un desastre nacional. Hoy se estima que, solo desde el otoño de 2021, la falta de agua ha matado a cerca de siete millones de cabezas de ganado en Kenia, Somalia y Etiopía.
Las medidas para ayudar a estos gigantes, como llevarles agua o plantar vegetación más resistente, han servido de poco frente a esta implacable sequía. El cambio climático ya es la mayor amenaza para la vida de los 36.000 elefantes de Kenia, que intentan no morir de sed día tras día.