Dos factores hacen que esta ola de calor que se vive en España sea extraordinaria. Por una parte, se han registrado temperaturas máximas en lugares realmente insospechados. Y por otra, las temperaturas mínimas en noches que resultan insoportables. Los expertos advierten lo que nos espera en las futuras olas de calor: si no frenamos el calentamiento global, los 50 grados serán una realidad antes de lo que imaginamos.
Por infernal que nos parezca, esta ola de calor no es la más intensa. Fue el año pasado, cuando en Montoro (Córdoba) se alcanzaron los 47,2 grados, todo un récord. Tampoco es la más larga, puesto que la de 2015 duró 26 días, del 27 de junio al 22 de julio. Ni es la más extensa: en 2012 hubo 40 provincias en alerta y ahora son 37.
Francisco Martín, meteorólogo de Meteored, afirma que esta ola de calor es excepcional porque se están alcanzando temperaturas jamás vistas anteriormente, por ejemplo, en la meseta norte, con 40 y 41 grados en puntos de Salamanca, Valladolid y Zamora. Martín destaca que este sábado se batió el récord absoluto de la serie en el madrileño puerto de Navacerrada, con 33,4 grados en un observatorio a 1.900 metros de altitud.
Eso es lo inusual, mucho calor en sitios poco habituales. La segunda peculiaridad, las temperaturas mínimas, mucho más elevadas que de costumbre. "En la zona de Badajoz, la temperatura mínima ha estado rozando los 29 ó 30 grados", subraya Martín.
Según los expertos, esta ola se colará en el podio de las más adversas. "No es normal", es lo que repite toda la población cuando se le pregunta. Sin embargo, habrá que ir habituándose puesto que la tendencia es a peor.
José Manuel Gutiérrez, director del Instituto de Física de Cantabria, asegura que "en la península nos tenemos que ir acostumbrando ya a los 45 grados en caso de que no nos pongamos las pilas para combatir el cambio climático. Los 45 (grados) del Guadalquivir se van a convertir pronto en 50 y esos índices del Guadalquivir los vamos a tener en el resto de las comunidades peninsulares".
Ponernos las pilas significa impedir que el aumento de la temperatura supere los dos grados, pero no vamos por buen camino. "Con los compromisos actuales, nos vamos claramente por encima. Hay que tener más ambición porque seguimos en un escenario peligroso", advierte Gutiérrez.
No hay demasiado optimismo entre los expertos. "Tendremos que adaptarnos a estas temperaturas diurnas y nocturnas, que son las peores", concluye Martín. Adaptarnos al infierno que llegará si no lo evitamos.