El actor Luis Lorenzo y su mujer Arancha Palomino están en libertad provisional con cargos. La jueza les ha retirado el pasaporte y tienen que presentarse en el juzgado semanalmente mientras se resuelve el presunto homicidio del que se les acusa. La víctima sería la tía política del actor. Se llamaba María Isabel Suárez y tenía 85 años. Vivía en un piso de la localidad de Grado, en Asturias. Hace cerca de un año el actor y su esposa se la llevaron de allí y la trasladaron a su residencia, a un piso de Rivas, en Madrid.
Los familiares de la mujer no conseguían hablar con ella y llamaron a los servicios sociales y la Guardia Civil. Hoy en el diario 'El Mundo' aseguran que la mujer les tenía miedo. A pesar de sus gestiones, no pudieron evitar su muerte. La familia pidió una autopsia, que desveló que había muerto envenenada con cadmio y manganeso. Se sospecha que el actor y su esposa la mataron para quedarse con su herencia. Luis Lorenzo, conocido por su participación en varias series se ha negado a declarar. Su esposa sí ha declarado, y ha negado el envenenamiento.
Sus hermanos y sobrinos asturianos intentaron hablar con ella pero ya nunca lo lograron Recurrieron sin éxito a la Policía, Guardia Civil, servicios sociales y el defensor del anciano. No era normal la incomunicación. En Madrid en el piso de Rivas la mujer languidecía. Se marchó con 85 kilos, un año después muerta pesaba 50. La familia desesperada había puesto una denuncia por secuestro. Pero no pudieron evitar la muerte. Se enteraron por la esquela. El día del entierro tenían que declarar, y le pidieron al juez que autorizara una autopsia.
El resultado: muerte violenta envenenada con cadmio y manganeso. El actor y su pareja, según la Guaria Civil, dispusieron de enormes cantidades de dinero sin justificar y que poco antes de la muerte cambió el testamento en favor de ellos.
De esta manera, a Luis y Arancha se les ha retirado de manera inmediata el pasaporte, evitando así que intenten salir del territorio nacional y encomendándoles la obligatoriedad de presentarse en los juzgados de manera semanal para demostrar que no han huido hasta que tenga lugar su cara a cara con la Justicia, en el cual se confirmará o negará si son culpables o no del crimen del que se les señala.