Pequeñas medusas pegajosas tóxicas, similares a botones blancos de abrigo, están protagonizando brotes en sitios muy dispares de todo el mundo, extendidas por el tráfico marítimo y el agua más cálida.
El invasor tóxico, científicamente conocido como Gonionemus sp., muestra varias docenas de tentáculos similares a hilos. Los tentáculos lucen almohadillas con forma de adhesivo que permiten que el animal se adhiera a la hierba, las algas marinas, y sí, también los labios, antes de emitir neurotoxinas venenosas que pueden causar dolor extremo, dificultades respiratorias y ampollas. Su origen no está claro.
Una investigación al respecto liderada por Annette Govindarajan, de la Woods Hole Oceanographic Institution, sugiere que el transporte en cascos de barcos podría estar promoviendo su distribución. "Las medusas tienen etapas del ciclo de vida que pueden tener un tamaño inferior a un milímetro y se adhieren a las superficies, por lo que podrían fácilmente viajar pegadas a los cascos en los barcos sin ser vistas", dijo Govindarajan en un comunicado.
El estudio apunta a otro factor que posiblemente contribuya a la propagación: la clonación. Se sabe que esta especie en particular tiene la capacidad de hacer múltiples copias de sí misma durante varias etapas de la reproducción asexual. "Al analizar la proporción de sexos de nuestras muestras, descubrimos que todas las medusas recolectadas eran masculinas", dijo Govindarajan, que realizó un estudio en la isla de Martha's Vineyard, Massachusetts. "Esto es consistente con la posibilidad de que esta población en particular sea clonal, y que la reproducción asexual esté contribuyendo a su propagación. Pero necesitamos más información sobre la dinámica de estas etapas, como el tiempo que pueden persistir y los factores que hacen que se reproduzcan".
Según los investigadores, el brote de medusas tóxicas no es solo un fenómeno local: los animales se han encontrado a lo largo de las costas de Rusia, Japón, China, el Mediterráneo, Argentina y, más recientemente, a lo largo de la rocosa costa de Suecia, donde el pasado verano una serie de bañistas fueron picados. Ese brote fue documentado en otro estudio en el que Govindarajan y sus colegas de Suecia compararon secuencias de ADN de medusas adheridas recolectadas en el sitio con las encontradas en la costa este de EEUU y otras partes del mundo, y descubrieron algunas similitudes genéticas.
"Encontramos algunas variantes genéticas comunes que ocurren en lugares dispares donde se han reportado picaduras", dijo Govindarajan. "No estamos seguros de qué es lo que desencadena estos brotes tóxicos: pueden estar en juego múltiples factores, pero el transporte mediado por humanos de las etapas diminutas y crípticas de la vida puede tener un papel tanto a nivel mundial como local".
Björn Källström, un biólogo marino del Laboratorio de Biología Marina de Gotemburgo y coautor del estudio, dice que los fotógrafos submarinos han observado medusas pegajosas en Suecia en el pasado, pero el verano pasado fue la primera vez que la gente reportó haber sido picada.
"Un factor puede haber sido el verano realmente caluroso y seco que tuvimos el año pasado, que hizo que las temperaturas del agua en el sitio aumentaran 3 ° C por encima de los promedios estacionales", dijo. "Estudios anteriores han sugerido que cuando las temperaturas del océano son más cálidas, se activa la producción de medusas pegajosas. Y cuando aumentan en número, es probable que más personas las encuentren y sean picadas por ellas".