‘Cuatro al día’ se compromete con la defensa de los derechos de las mujeres durante todo el año pero, esta semana, mucho más. De cara al 8M, la manifestación que, desde la primera sentencia La Manada, se ha convertido en un hito feminista, hemos entrevistado a una asociación que da voz a mujeres el de ser víctimas de la violencia de género y, además, estar viviendo en la calle.
Esta doble problemática no es una trágica coincidencia, sino una causa y consecuencia: “. “Muchas mujeres a las que atendemos comenzaron a sufrir violencia en el seno de su familia de origen: cuando eran niñas presenciaron violencia de género en casa, sufrieron ellas mismas violencia psicológica, física, incluso agresiones sexuales. Ya de adultas, han tenido que volver a enfrentarse a estas formas de violencia de nuevo, dentro de la pareja o en otras situaciones de violencia machista. Por eso, huyeron de la violencia para sobrevivir, pero se vieron sin un lugar seguro donde ir. Hay otros casos en los que existe, además, un proceso migratorio huyendo de situaciones de violencia de género o de trata, que hace que las mujeres se queden viviendo en la calle o en pisos dónde no saben muy bien qué es lo que se va a hacer con ellas”, explican Carmen Belchí y Ania Pérez de Madrid, responsables de AIRES.
Lo que esta asociación pretende es, por tanto, la erradicación del sinhogarismo, la violencia machista y viceversa. Para hacerlo, han creado una iniciativa llamada La Morada Housing First, con la que proporcionan a estas mujeres lo que más necesitan para empezar de nuevo: un piso, una casa, un hogar en el que sentirse protegidas: “Con este proyecto creamos oportunidades reales para estas mujeres de rehacer su vida. Una vez que tienen una vivienda, un sitio seguro y tranquilo en el que estar, lo primero es descansar y recuperarse del tiempo que llevan viviendo en permanente tensión, riesgo y violencia. Por lo general, en seguida retoman el contacto con sus familias".
Una mujer violada por tres hombres: su nueva oportunidad
Así ha sido en el caso de una de las mujeres a las que han ayudado, que por fin vive en una casa como ésta y recibe el apoyo tanto de una trabajadora social como de una psicóloga: “Por la mañana me levanto, hago mi casa, salgo a hacer la compra, hago la colada… ¡Me encanta oler la ropa cuando ya está seca!”, dice esta mujer que prefiere mantenerse en el anonimato y que, aunque ya está mucho mejor, todavía tiene pesadillas con el día que fue violada por tres hombres.
La acción social de AIRES no se limita a la instauración de un hogar estable; también tienen el objetivo de proporcionar a las mujeres un futuro laboral. Eso sí, después de que hayan pasado un proceso de recuperación que suavice las secuelas que les hayan podido dejar los traumas de vivir en la calle: “Muchas de ellas han sufrido por ser migrantes, por tener una mala salud mental, o por el mero hecho de ser rechazadas por ser pobres, pues, además, de machismo, también hay mucha aporofobia (miedo al pobre) en España”, explican desde AIRES.
“Primero hay que recuperarse y fortalecerse- añaden. El empleo llega después. Hay que tener en cuenta que a veces las secuelas físicas y/o psicológicas que deja la violencia y la calle son barreras que hay que saltar o bordear, según el caso. Por eso, este año hemos lanzado un nuevo proyecto, La Morada Activas, con el que facilitarles el espacio y las oportunidades necesarias para hacer real no sólo su incorporación al mercado de trabajo, sino que esa incorporación sea duradera. Así podrán retomar las riendas de su vida de forma completa”.