Del aumento de casos de adicciones a las redes sociales y videojuegos surgió la idea de crear un instituto para adolescentes con este problema, en el que estudian y son tratados terapéuticamente.
Adolescentes con testimonios impactantes: "Me pasaba horas, horas y horas de cada día mirando a la pantalla porque está hecho para eso. Lo que intenta siempre es meterte dentro, que nunca salgas de estar entretenido, yo me aburría a las ocho horas de uso".
Un problema que afecta al 21% de los adolescentes españoles, más que en ningún otro país europeo. Marc Masip, psicólogo experto en adicción a las nuevas tecnologías, explica que suelen ser jóvenes "impulsivos, mentirosos, manipuladores, con una baja autoestima, sin tolerancia a la frustración".
"Me di cuenta de que tenía un problema cuando dejé de comer, de dormir. No hacía nada. Y ya, cara a mis padres, eran todo gritos y broncas. No veía a mis amigos y estaba todo el día en casa, pendiente de si me subían o me bajaban los seguidores", afirma otra víctima.
"Tú puedes hacer cosas en la vida real que se pueden hacer en un videojuego. Y eso quiere el videojuego, una experiencia única, falsa, pero que yo consideraba verdad. Ese era como mi espacio, el mundo exterior para mí era gris todo", indica nuestro protagonista, de catorce años.
Esther Gonzalo, psicóloga y terapeuta en adicciones a las nuevas tecnologías, cuenta que "te hablan de que tienen amigos, pero que viven fuera y que nunca se han conocido porque son amigos 'online'. Pero te hablan de ellos como sus mejores amigos en una edad en la que el círculo social, la red de apoyo de amigos, es fundamental".
"Te vas a la cama y era una mierda. Era una ansiedad constante y volverte a despertar para iniciar el ordenador a las ocho de la mañana, terminar a las dos, comer y regresar", define un día cualquiera de un afectado.
Los peligros van más allá de la cantidad de horas. Masip manifiesta que "tienen, aun sin buscar, acceso a contenidos suicidas, de autolesión, depresivos, violentos. Si no delimitamos a menores este contenido tan inadecuado, están aprendiendo cosas que no tienen que aprender. Así de sencillo".
Los progenitores juegan un papel vital. "Lo que pasa con las tecnologías es que es una de esas drogas aceptada socialmente", subraya Gonzalo, mientras que Masip agrega que "es verdad que es más cómodo ser padre o madre con una pantalla de por medio. Pero también es mucho más incómodo si luego hay una adicción perder el miedo a que si mi hijo no tiene un teléfono móvil va a ser el único, o que si no tiene redes no tendrá amigos. Esto es mentira".
"Una auténtica locura es que estamos entregando móviles a chavales de 10, 11, 12, 13 años, que es la puerta a la destrucción", advierte Esther Gonzalo. "Un móvil con conexión a Internet antes de los 16 años es una barbaridad", concluye Marc Masip.
Un mundo en el que es fácil entrar, pero muy difícil salir.