Pablo Ibar siempre ha negado ser el autor del triple asesinato del que se le acusa. Se ha sometido a tres juicios, el primero fue declarado nulo, en el segundo se le condenó a la pena de muerte y en el tercero a cadena perpetua. Pero ¿Qué pruebas hay en su contra? Su defensa alega que no se han investigado todas las pistas y 'Código 10' repasa las claves de este suceso en el especial 'La noche del crimen'.
El 26 de junio de 1994, dos personas irrumpieron en la residencia de un dueño de un night club de la zona. Dentro estaban él y dos modelos. Los asaltantes protegían su identidad, uno con gorra y gafas y el otro con una camiseta en la cabeza e irrumpieron con mucha virulencia en la vivienda.
La escena del crimen se ha definido como una "salvajada" que fue registrada por una cámara de seguridad instalada en el interior de la vivienda y es que el dueño ya habría recibido amenazas. Precisamente este dispositivo captó durante un momento el rostro de uno de los asaltantes, que se limpió el sudor quitándose la camiseta con la que se tapaba.
Tras cometer el crimen, los autores huyeron en el coche del dueño de la casa, un vehículo que fue encontrado a varios kilómetros calcinado.
El caso dio un giro 19 días después, cuando Pablo Ibar fue detenido por otra cuestión. Ese día, el acusado recibió una llamada de unos compañeros de piso, le decían que se habían quedado tirados en una autopista, le convencieron para que les acompañara porque uno de ellos tenía un problema con un familiar por un asunto de trapicheo de drogas y, mientras ellos entraban en una casa, Pablo se quedó en el coche. Entonces escuchó gritos y un disparo, entró en la casa y, al ver que había drogas, se marchó. Sin embargo, la policía ya había sido alertada y fueron detenidos.
Fue entonces cuando, en comisaría, alguien determinó que Pablo se parecía mucho al hombre que registraron las cámaras de seguridad el día del triple asesinato. Además, un testigo le identificó como una de las personas que huía en el coche de una de las víctimas pero luego se comprobó que este testigo había cobrado una recompensa.
Mientras tanto, la hoy mujer de Pablo Ibar, Tanya, afirma que esa noche Pablo estaba con ella. A lo largo de estos 25 años han mantenido su inocencia y han pasado por tres juicios.
El primero de ellos fue declarado nulo pero, en la repetición, se le sentenció a pena de muerte. Todo ello a pesar de que el ADN de la camiseta excluía a Pablo y que tuvo una defensa deficiente dado que tuvo que cambiar de abogado cuando el suyo fue detenido por agresión.
Ibar cambió de nuevo de letrado, que interpuso un recurso ante el tribunal supremo por su anterior defensa y el organismo dictaminó que se habia hallado culpable a Ibar en base a pruebas "escasas" y "débiles".
Tras 16 años, salió del corredor de la muerte y se enfrentó a un nuevo juicio. Sin embargo, la acusación presentó una nueva prueba y es que se encontró una pequeña muestra de ADN de Pablo en la camiseta con la que supuestamente el asesino se limpió el sudor en la escena del crimen y que luego dejó abandonada en las inmediaciones.
Sin embargo, la defensa de Pablo alega que se trata de una contaminación porque la muestra es muy pequeña y el ADN debería estar en toda la camiseta dado que el asesino se cubrió la cabeza con ella y se limpió el sudor después.
Creen que la investigación no fue correcta, acusaron al juez de ser imparcial, presentaron una moción para que se retirara pero se rechazaron. A todo esto se suma el borrado de las cintas de vídeo, que al parecer habrían grabado las amenazas que el dueño de la casa recibió la víspera de los hechos. "Hubo muchas pistas que el departamento de policía no investigó que no se investigaron como la conexión con la mafia, había amenazas, el FBI sabía que estaba en peligro", detallaba el letrado de Ibar, Joe Nascimento.
También compareció un perito experto en reconocimiento facial que apuntaba que era imposible de determinar que la imagen del vídeo y la de Pablo Ibar eran la misma.
A pesar de todo, el veredicto fue desolador y fue considerado culpable de asesinato en primer grado, aunque se le impuso cadena perpetua y no pena de muerte.