Jacobo Piñeiro asestó 57 puñaladas a Julio e Isaac, una pareja a quienes había conocido esa misma noche. Sin embargo, alegó legítima defensa y, para sorpresa de todos, fue absuelto por un jurado popular. Sin embargo, el juicio se repitió y fue condenado a 58 años. 'Código 10' nos da las claves del caso.
Todo sucedió el 12 de julio del año 2003, Jacobo conoció a Isaac en el bar en el que trabajaba como camarero. Cuando acabó su turno, se fueron al piso de Isaac, donde vivía con Julio, su pareja. Varios amigos dicen que les vieron en el piso, que uno de ellos les abrió la puerta sin toda la ropa y "sudado" y que Jacobo llegó a entrar en la cocina con actitud chulesca y también muy encendido.
Más allá de las doce de la noche, se quedaron solos y Jacobo atacó de frente a Julio dándole dos puñaladas, ya eran mortales pero él siguió apuñalándole. Tras acabar con él, se dirigió a la habitación donde estaba Isaac, al que le dio 35 puñaladas.
Tras matarles, robó sus pertenencias, las metió en una maleta y se dio una ducha. Después decidió prender fuego a la vivienda, para lo que utilizó acelerantes en cinco puntos y también sobre los cuerpos de Isaac y Julio.
Pero además, dejó el gas abierto y cogió un barco hacia Cangas. Allí, siguió de fiesta en otra localidad y, cuando vio la noticia, confesó el crimen a dos amigos.
Durante el juicio, Jacobo alegó legítima defensa, apuntando que sentía un "miedo insuperable" a ser violado por Julio y por Isaac. Para sorpresa de todos, el jurado popular decidió absolver al acusado del doble crimen y solo le condenaron por el incendio. Sin embargo, la sentencia se recurrió y el juicio se repitió.
Eso sí, el acusado salió en libertad por exceso de prisión preventiva, volvió a esgrimir que tenía un miedo insuperable pero finalmente fue condenado.