Se calentó el radiador del furgón, y pararon en una gasolinera, el preso pidió ir al baño, y justo cuando el agente le quitó las esposas, el asesino de Vanesa le dio un golpe en la cara y huyó. Esta es la versión oficial, la que el comisario Paniagua le cuenta al juez. Pero parece que no es lo que realmente ocurrió. El agente (ojito derecho del comisario) le suelta, y para que parezca una fuga, Jorge le pide perdón y le da antes de huir, un golpe en la nariz.
El juez no entiende cómo se les ha podido escapar, sobre todo este preso, “el oficial tenía poca experiencia”, le cuenta el comisario, “el detenido es un hombre entrenado en el cuerpo a cuerpo”, le relata. “¿Qué relación mantenía con el fugado?”, le pregunta a Paniagua el juez, solo laboral, era un buen policía y está muy impresionado con que haya matado a esa chica.
“Volveremos a vernos pronto”, le dice el juez tras la reunión con Paniagua, pero antes de irse del juzgado se encuentra de nuevo con Caronte. “Lo que no es casualidad es que tu cachorro sea un asesino”, le dice Samuel a Paniagua. “Has dejado escapar a un asesino y lo voy a demostrar”, le amenaza, porque Caronte está seguro de que algo oculta…