El enfrentamiento entre grupos ultras rivales, pertenecientes al Partizán, duró apenas diez minutos, según constatan fotógrafos de AFP. La policía tuvo que actuar para frenar la pelea y que se saldó con diecisiete heridos. Varios de los aficionados que se vieron involucrados acabaron con la cara ensangrentada y, posteriormente, evacuados del recinto deportivo. Tras la intervención policial, el partido se desarrolló sin ninguna otra incidencia, pero es lamentable que los radicales sigan protagonizando escenas así en el fútbol.