YouTube y, en menor medida, Vine, son dos ventanas a un mundo en el que jugar a videojuegos dándole un punto de vista didáctico se mezclan con bromas de hermanas o con el análisis de “cualquier objeto enchufable con un chip”. Delante de las cámaras se presenta un protagonista que actúa como un hombre-orquesta: crea una historia, se graba, edita y promociona en redes sociales su contenido. Y lo hacen desde la máxima exigencia, llegando a borrar un vídeo después de grabarlo porque no lo consideran suficientemente bueno. Todos buscan el modelo de negocio ideal, pero unos pocos han sabido hacer de esto un estilo de vida.
Chincheto77 se describe como un “veterano, tanto en edad como en experiencia en la plataforma”. Este padre de dos hijas que pasa las noches ‘acompañado’ de una comunidad de espectadores que lo ven ‘sobrevivir’ a videojuegos ha sabido interpretar el nuevo modo de entretenimiento padres-hijos. Acompañado de su hija ‘Antonieta’ defiende que grandes y pequeños también pueden jugar juntos con ratón y teclado y no solo del modo más convencional.
Vine es una plataforma diferente pero complementaria a ‘YouTube’. Vídeos cortos, un paso más allá en complejidad a los famosos ‘gifs animados’, que alcanzan una viralidad asombrosa. Andrea Compton, que pone la voz más gamberra a las princesas Disney, divierte en seis segundos a unos 145.000 seguidores intercalando gags con su hermana con la nueva costumbre de los ‘viners’ españoles: #vinealo.
Todo ‘youtuber’ y usuario tiene en común que es un poco geek. El consumo a través de los dispositivos móviles cada vez es mayor frente al usuario que se sienta ante el ordenador. Los microchips están invadiendo electrodomésticos hasta colarse en los relojes de pulsera de los usuarios. Carolina Denia es una periodista tecnológica que analiza todo tipo de ‘gadgets’. Lleva casi diez años y tiene claro qué es lo más importante para la comunidad de usuarios que la ve a través de las diferentes pantallas: “una educación suficiente para saber qué contenido se sube”.
La diversidad en cuanto a los perfiles de los ‘youtubers’ es enorme. Héctor el Crack es un joven al que le gusta cada vez más estar detrás de la cámara que ante ella y es todo un loco de los detalles hasta el punto de observar el más mínimo salto de ‘raccord’. Héctor es una muestra del cuidado que tienen con sus contenidos los ‘youtubers’, que no está reñido en absoluto con el buen humor que ofrecen sus vídeos.
Con Internet están proliferando los modos de consumo de vídeos entre los usuarios. Los jóvenes quieren elegir qué ver y en qué momento, y eso es lo que encuentran en plataformas como YouTube. La distancia entre ‘youtubers’ y televisión podría acortarse y, de esta aproximación el usuario será el principal beneficiado en todo caso.