Ya llevábamos un tiempo siguiéndole la pista a Carrion, el juego indie de Phobia Game Studio y Devolver Digital, no en vano lo colocamos como uno de los 20 mejores juegos indies para este 2020. El juego, con un adorable e impactante estilo pixel arts, nos mete en la piel de una informe criatura, todo tentáculos, ojos y mandíbulas varias, que se escapa de unas instalaciones militares secretas y debe hacer lo que sea por escapar y sobrevivir. Y esto incluye aniquilar a todos los humanos, de las formas más dolorosas y sangrientas posibles, extender su biomasa para perpetuar a su especie y, por qué no, conquistar el planeta.
Carrion ya está disponible en Nintendo Switch, PC y Xbox One. Nosotros hemos probado ya la versión para la consola de Microsoft, en la que el título se encuentra disponible para los suscriptores de Xbox Game Pass desde su lanzamiento.
Este impactante cambio de los roles tradicionales (normalmente somos nosotros los que nos enfrentamos al monstruo) es la clave que da salsa a este título de acción 2D. Aquí no hay introducción, ni tutoriales, ni nada. El juego comienza con nuestro pobre monstruo encapsulado en un tanque de contención, en las profundidades de unas instalaciones militares secretas. Si comenzamos a movernos, seremos capaces de destruir el tanque y salir del mismo, lo que provocará los gritos de pánico de los científicos que nos rodean y que serán nuestras primeras víctimas. Pobres.
Enseguida aprendemos a movernos, desplazándonos de manera ágil y rápida con la enorme cantidad de tentáculos que surgen de nuestro cuerpo. Solo hay que mover el stick izquierdo y la masa informe se va a adaptando, colgando y pegando a techos y paredes para avanzar por cualquier estancia y conducto, por pequeño que sea. Y es que nuestro cuerpo es maleable y, aunque a veces alcanzaremos dimensiones terroríficamente gigantescas, podremos escurrir toda su envergadura por pequeños conductos y tuberías.
Al mismo tiempo, utilizando el stick y el gatillo derechos podemos agarrar objetos con los tentáculos, activar palancas, arrancar puertas o partir a los humanos en dos. Es un sistema de movimientos y agarre-multifunción muy intuitivo y agradable y enseguida lo habremos dominado. Después, descubrimos que podemos devorar a los humanos, o lo que quede de ellos una vez despedazados. Esto nos proporcionará ‘biomasa’, que viene a ser la vida de nuestro monstruo y el elemento que nos hará crecer y evolucionar.
Al principio todo es ji-ji y ja-ja en la vida de nuestro terrible monstruo recién liberado. Solo nos preocuparemos por escurrirnos por conductos y tuberías para encontrar una salida de las instalaciones, abriremos un par de puertas, activaremos algunas palancas para resolver sencillos puzles que nos abran alguna sección cerrada y desmembraremos a unos pocos científicos chillones. Pero enseguida nos encontraremos con los militares, y estos no nos pondrán las cosas tan fáciles. Tienen armas de fuego, escudos eléctricos, lanzallamas y drones defensivos y peligrosos robots con ametralladoras. Y pueden eliminarnos si no andamos rápidos y somos más listos que ellos.
Ya hemos dicho que Carrion no cuenta con una introducción ni un tutorial que nos explique mucho nada más comenzar, pero eso no quiere decir que no nos vaya a contar una historia. A medida que avanzamos, el título nos hace revivir, a modo de flashbacks jugables, la historia previa que ha llevado a la situación actual. No es que sea la historia más original de la ciencia ficción, pero es interesante descubrir cómo capturaron a nuestro protagonista y qué hicieron con él antes de que pudiera escapar.
Mientras avanzamos por las diferentes instalaciones y conseguimos abrir los conductos cerradas resolviendo pequeños puzles, nos daremos cuenta que hay obstáculos que no podemos atravesar. Para ello, el monstruo necesita adquirir una serie de habilidades. Lo buenos es que estamos en el interior de una instalación científica secreta, que posee decenas de experimentos biológicos con los que podemos mezclar nuestro ADN monstruoso. Eso dará al monstruo una serie de habilidades más que interesantes. Los hay de todo tipo: lanzar un tentáculo por lugares estrechos para activar palancas, fuerza para hacer un barrido que derriba puertas blindadas, invisibilidad durante un tiempo limitado, capacidad para dividir nuestro cuerpo en cientos de gusanos para escurrirnos por pequeños agujeros en el agua, etc.
Todas estas nuevas habilidades que vamos descubriendo mejoran nuestras características para el combate y para alcanzar lugares que antes eran inaccesibles en niveles anteriores. Esto hace que el juego sea una especie de metroidvania, aunque no tan profundo y enrevesado como suelen ser estos títulos. Además, dependiendo del tamaño del monstruo, podemos utilizar unas habilidades u otras. Para crecer, necesitamos aumentar nuestra biomasa, algo que podemos lograr comiendo humanos o recobrando nuestras fuerzas en los puntos de guardado. Y si lo que necesitas es reducir nuestro cuerpo, podemos deshacernos de biomasa y dejar una parte de nosotros a buen recaudo, en algún lugar inundado.
Los conductos, escenarios y mapas van ganando en tamaño y complejidad y los niveles se van mezclando, para que tengamos que volver una y otra vez a mapas ya superados para conseguir activar un nuevo mecanismo o recuperar algún elemento que ahora necesitamos. El juego no es nada lineal, pero tampoco es demasiado lioso, sino que el título nos va sugiriendo el siguiente objetivo principal (además de recoger nuevas habilidades y eliminar enemigos). Al final, casi siempre vamos a necesitar infectar diferentes puntos de un mapa para conseguir abrir el conducto necesario hasta el siguiente escenario.
La aventura va ganando en profundidad, en escenarios cada vez más enrevesado y en puzles más complejos, además de enemigos más difíciles de eliminar. No es demasiado complicado, pero si puede resultar un reto a partir de la mitad del juego, que nos llevará completarlo unas 6 o 7 horas. Un título que, como ya hemos dicho, tiene en el refinado movimiento del monstruo su punto fuerte. Sus desarrolladores han conseguido que desplazarnos con una masa deforme que devora humanos sea una experiencia sorprendentemente satisfactoria. ¿Quién lo diría?
Carrion ofrece lo que prometía. Hacernos sentir un despiadado y terrorífico monstruo que, para sobrevivir y escapar, tendrá que dejar un rastro de cadáveres a lo largo de una misteriosa base militar, con intenciones y métodos poco éticos (dicho sea de paso). Y lo hace con un apartado técnico envidiable. Es cierto que se trata de pixel art, pero un bello y refinado pixel art, de los mejores que hemos visto últimamente, que consigue algunos escenarios y escenas memorables a base de jugar con las luces, las sombras y los colores.
Si te gusta la ciencia ficción clásica y los metroidvanias, vas a disfrutar de este juego, que no te va a dejar indiferente. Con razón teníamos a Carrion en nuestro radar de juegos indies de este año. Muy divertido.