Análisis de WWE 2K Battlegrounds
2K Games lanza un nuevo título de la licencia de lucha WWE más arcade y desenfadado
Los juegos de lucha han sido siempre una apuesta segura para todas las compañías. Ese instinto tribal de demostrar que somos más fuertes que el vecino ha sido siempre un elemento a explotar en los videojuegos. Por supuesto, en el deporte pasa lo mismo, y por eso podemos ver a boxeadores que se llevan auténticas millonadas por batirse el cobre en un ring. En este contexto, es normal que una asociación como la WWE mueva un universo de personajes a medio camino entre la lucha y el espectáculo y que haya conseguido con el paso de los años hacerse con una ingente base de fans que están deseosos de ver por donde sigue el guión que los productores de esos eventos organizan cada semana.
El potencial de esta franquicia es enorme, y hace años que vemos cómo se convierte en videojuego con cierta regularidad. Pero siendo fieles a la realidad, el género de los juegos de lucha no pasa por su mejor momento. Sagas míticas como Tekken, Street Fighter, Dead or Alive están de capa caída en cuanto a sus índices de popularidad, y es que parece que la lucha arcade clásica de los salones recreativos ya no está tan en boga. Por eso este WWE 2K Battlegrounds sorprende doblemente. Por su propuesta sencilla y arcade y porque la misma distribuidora, dueña de la marca WWE para videojuegos, ya tiene su saga más seria con un estilo más simulador. WWE 2K Battlegrounds llega con la intención de traernos el universo que han hecho famosos leyendas como Hulk Hogan o John Cena de un modo mucho más accesible.
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Y es que desde el aspecto gráfico a la propuesta jugable, pasando por las exageradas animaciones, WWE 2K Battlegrounds rezuma sencillez y estilo arcade por todos sus poros. No vamos a encontrar aquí más parecido con la realidad que los personajes que componen este universo, así que esta propuesta de partidas rápidas, sencillas y sin muchas combinaciones de botones es la bandera que enarbola esta propuesta. Teniendo en cuenta que se lanza a precio reducido, si además consigue tenernos pegados al mando un buen puñado de horas, habrá cumplido su objetivo más que con creces.
Sus modos de juego
Aunque cuenta, como no podía ser de otra forma, con diversas propuestas para jugar solos o con amigos, tanto con dos mandos como a través de nuestra correspondiente suscripción online, a la hora de redactar este análisis no nos ha sido posible encontrar ninguna partida para poder probar con propiedad cualquiera de sus modos online, por lo que tenemos que limitarnos a sus modos offline, que por otra parte son los que se nota que tienen más horas de desarrollo.
Los dos modos principales para jugar solo son campaña y desafío. En el primero nos metemos de lleno en una especie de modo historia que nos permitirá desbloquear diversos elementos. Para ello deberemos completar una serie de requisitos, que no son más que ganar el combate que toque, y está dividido en varias fases. Empezamos controlando a un luchador salido de las calles y que quiere hacerse un hueco en el universo de la lucha profesional. Su historia, como la de todos los demás en este modo, se nos presenta a través de unas viñetas de cómic. Qué duda cabe que esta es una forma más económica de contarnos una historia que a través de cinemáticas con actores de doblaje y toda la parafernalia a la que acostumbramos en los juegos triple A, pero como este ahorro parece haber redundado en el precio final del producto, nada que objetar en este sentido. Los cómics son cortos y de lectura agradable, y la forma de movernos por ellos en pantalla también está bien recreada.
Una vez acabado este primer capítulo contaremos con este personaje de manera permanente para utilizar en el resto de modos y pasamos al siguiente. Otro personaje, esta vez un domador de cocodrilos, otra historia y otros objetos y personajes para desbloquear. Hasta 118 localizaciones en las que jugar y desbloquear elementos son las que componen este modo. Es, junto con el modo desafío la parte del juego que nos hará dedicar más horas de nuestro tiempo, especialmente si somos de aquellos a los que nos gusta desbloquear todo por nuestros propios medios, sin pagar con dinero real, porque efectivamente, los micropagos están más presentes que nunca en este WWE 2K Battlegrounds.
En el modo desafío sin embargo el objetivo primordial es mejorar el luchador que previamente hemos creado en el editor. De forma similar a lo que se nos ofrece en el modo carrera, pero siempre usando nuestro personaje. Se nos ofrece una suerte de mapa con localizaciones donde desbloquearemos primero las habilidades que más nos convengan para nuestro estilo de lucha. De nuevo, el completista que llevamos dentro hace aparición y nos pide, casi nos obliga, a desbloquear todos los elementos para construir a nuestro luchador perfecto. Si no queremos tomar atajos mediante dinero real, tendremos que invertir una buena cantidad de horas. Porque de nuevo nos encontramos aquí con el problema de las microtransacciones ya que la única forma de mejorar a nuestro pupilo es gastando las escasas y preciadas monedas de juego, o por supuesto usando dinero real.
La comparación de WWE 2K Battlegrounds con su hermano mayor, WWE 2K es tan injusta como inevitable. Y es que pese a ser dos juegos totalmente distintos con sus propuestas diferentes, muchas veces nos veremos echando de menos en este características de su hermanos mayor. Por ejemplo, la variedad de combates. En WWE 2K Battlegrounds la variedad de estos es mucho menor, y aunque por supuesto contamos con 1vs1, Tag Team, 4 way y algunos otros, se habría agradecido una mayor variedad e incluso una readaptación a este tipo de propuesta arcade como sí han hecho por ejemplo, con la jaula. En este ya clásico modo de combate se nos pide esta vez, que antes de que podamos escapar, recojamos dinero que aparecerá por el suelo y las paredes del ring, además de que estas últimas son electrificadas de tanto en cuanto haciendo que el combate sea más animado y dinámico.
Lo mismo pasa con los escenarios en los que lucharemos, cada uno de ellos con elementos únicos en su entorno que podemos usar para decantar el combate a nuestro favor, aunque obviamente lo mismo puede hacer nuestro contrincante. Hablamos por ejemplo de un decorado con estilo escocés en el que podemos recoger una gaita con la que aturdir a nuestros adversarios. Todos aquellos que hayan escuchado una gaita de cerca saben que esto no tiene nada de exagerado. Otros elementos que podemos usar a nuestro favor en otros escenarios son por ejemplo una cabra teledirigida o un caimán que es parte del público y al que podemos lanzar a nuestro oponente. Parte de la diversión es descubrir qué hay en cada localización.
Hemos hablado hace un momento de nuestro jugador creado. Y es que otra de las secciones obligatorias en este tipo de juegos es el editor de personajes. En esta ocasión este editor nos ha sorpendido de dos maneras que te vamos a contar empezando por la buena. Siendo un juego de estilo totalmente desenfadado sorprende la variedad de opciones que se nos da para crear el cuerpo de nuestro personaje. Cinco arquetipos básicos que cubren todo el espectro de luchadores, desde aquellos que son grandes saltadores y hacen de los golpes aéreos su forma de vida, a los luchadores tanque a los que les basta con dos guantazos bien dados para decantar el combate a su favor. El diseño de la cara también es completamente personalizable y contamos con una cantidad suficiente de opciones como para quedar satisfechos. Harina de otro costal es la decoración que le podemos aplicar a nuestro personaje. Aquí si que el editor peca de escasez de opciones, y aunque podemos desbloquear algunas más, el total se nos hace bastante corto acostumbrados como estamos a perdernos entre infinidad de prendas y accesorios en otros juegos de este estilo.
Algo parecido pasa con el roster de personajes disponibles. Un detalle que nos ha gustado mucho es la forma de presentar a aquellos que aún no hemos desbloqueado. Lejos de presentarnos una fotografía oscurecida, estos se encuentran dentro de un blister de juguetería, donde están encerrados y golpeando el plástico para que les dejen salir. Un detalle simpático que nos recuerda lo grande que es este universo y nos hace recordar con cariño esos días cuando nosotros mismos solíamos coleccionar esos muñecos.
De nuevo tenemos que quejarnos de la forma en la que se desbloquean estos personajes, que parece parte del plan para dejar nuestra cartera vacía. Para hacernos una idea, los personajes y cada una de sus variaciones en forma de trajes cuestan entre 0,75 y 3,00 euros de dinero real al cambio. Es cierto que todo se puede desbloquear con moneda del juego, pero aunque al principio recibimos buenas cantidades, de la mitad del juego hacia adelante apenas se nos recompensa con estas monedas, por lo que si quieres desbloquear todo tendrás que jugar una cantidad indecente de horas o lógicamente pasar por caja. Para hacernos una idea, un personaje de los carismáticos, como Hulk Hogan, cuesta 12.000 monedas del juego, y por ganar un combate en el modo historia nos dan una cantidad que oscila entre los 350 y 400.
En definitiva...
WWE 2K Battlegrounds es una propuesta fresca y diferente, que viene a rellenar el hueco que hay en juegos de lucha de corte totalmente arcade y que complementa perfectamente a su hermano mayor. Además, lo hace a precio reducido, lo que nos podría llevar a la equivocada conclusión de que los desarrolladores se preocupan por nuestra economía. Y decimos que esta sensación es errónea porque bastan unas pocas horas de juego para entender que todo lo que vemos en pantalla forma parte de un plan para que nos gastemos hasta el último euro en ese personaje que nos gusta, con todos sus trajes. Un lunar demasiado grande, y que aunque no influye de manera directa en la jugabilidad, sí que nos deja una sensación final más agria que dulce. La peligrosa tendencia que tienen los juegos deportivos para hacer que los más pequeños de la casa hagan compras, no nos gusta un pelo.
Lo mejor son sus combates cortos y directos, sin complicaciones, su aspecto simpático y desenfadado y que llega a precio reducido. Y en el lado de las pegas está el hecho de que da la sensación de ser un 'micropago constante' y su absurdo aumento de dificultad en algunos momentos.