Los videojuegos independientes son un cara o cruz, podemos encontrar todo tipo de casuísticas de lo más variopintas y que pueden llegar a ser auténticas obras maestras o juegos que caerán en el olvido. A lo largo de los meses e incluso años hemos encontrado casos para todos los gustos, desde grandes presupuestos que una vez lanzados terminaron decepcionando y otras pequeñas premisas que con mucha ilusión llegaron a ser muy grandes. No hace falta tener una cantidad económica muy elevada para poder ver auténticas joyas, un ejemplo es Cuphead y como los desarrolladores de Studio MHDR debieron de hipotecar muchas de sus pertenencias para sacar a flote el proyecto.
Otros casos particulares y que lograron el éxito fueron a través de premisas sencillas y basadas en clásicos, pero con un toque algo más personal. Shovel Knight, por ejemplo, bebió mucho de juegos como Ducktales o Castlevania para crear una atmósfera única. Super Meat Boy y The Binding of Isaac supieron captar un nicho de jugadores que buscaban experiencias complejas y adictivas. Los casos de este tipo son muy comunes, pero todos tienen algo incluido en ellos, el toque del estudio que los desarrolla y que los hace prácticamente únicos.
Esto nos lleva a hablar hoy de Tunic, desarrollado por Andrew Shouldice y Finji. Los de Michigan no es que sean un estudio de pequeñas dimensiones, pero tampoco se eleven a una cantidad muy alta de trabajadores, pero sí que ha sabido destacar a lo largo de estos años. Hace unas cuantas semanas os hablábamos de Chicory: A Colorful Tale, una de sus producciones más recientes y que aterrizaba de forma notable en Nintendo Switch. Otro muy conocido es Night in the Woods, considerado por muchos como un juego de culto que oculta un trasfondo único. Hoy nos toca ponernos a hablar de uno de los desarrollos más esperados de los últimos años para aquellos fanáticos del juego independiente, Tunic.
En el momento que vimos Tunic por primera vez tuvimos una impresión de estar ante un sucesor espiritual de The Legend of Zelda, que lo es, pero al mismo tiempo la desarrolladora ha introducido algunos conceptos que no son comunes en la saga de Nintendo y que lo hacen bastante interesante. La exploración y combates que priman por su sencillez en consolas son clásicos, pero, ¿y si introducimos elementos roguelike? La experiencia quedada mucho más redonda a través de muchas horas de juego en un mundo interconectado en varias zonas, con múltiples secretos y mucho que descubrir.
Algo que nos ha recordado en gran medida a la franquicia The Legend of Zelda y que Tunic ha querido implementar es algo que caracterizaba a la saga de Shigeru Miyamoto en los años ochenta y noventa. Nuestro protagonista, en este caso un adorable zorro ataviado con unos ropajes verdes, despierta en una isla sin recordar nada, sin saber dónde está y por qué. Es el momento en el que el propio jugador debe tomar el mando del personaje y comenzar a explorar las zonas siendo alguien totalmente débil y vulnerable, armados únicamente con un palo de madera y con peligrosos enemigos a los que hacer frente. Es el momento en el que comencemos a descubrir que se ocultan tras unas misteriosas efigies en toda la isla y librar este territorio de todo el mal.
Si por algo se caracteriza Tunic es por implementar unos entornos tridimensionales con una vista isométrica cuya cámara irá siguiendo en todo momento al personaje y las acciones que vaya realizando. De esta forma, tendremos en todo momento una vista completamente general a todo lo que nos rodea, pudiendo anticiparnos eficientemente a qué zonas podemos llegar o los enemigos aguardan por la zona. Para que os hagáis una idea, títulos como The Legend of Zelda: Phantom Hourglass o Spirit Tracks apostaron por este tipo de mecánicas ganando en agilidad. Finji y Andrew Shouldice han mejorado esto, dando un aire tridimensional que le permite ocultar recovecos a los que acceder y seguir avanzando.
Acostumbrarse a este sistema será totalmente clave para avanzar eficientemente, jugando Tunic en muchas ocasiones a efectos visuales y ópticos que harán que en más de una ocasión deba recorrerse el mapeado en busca del lugar al que acceder para avanzar. Como ya os habréis dado cuenta, explorar los entornos vaticina muchas cosas buenas, entre ellas encontrar objetos ocultos para ampliar nuestro arsenal de armas y moneda con la que adquirir objetos en las tiendas entre otras. El escenario en el que se desarrolla Tunic propone una isla interconectada por varias secciones, siendo cada una de ellas temática y escondiendo mazmorras o pequeñas ciudades y construcciones.
Si algo nos ha llamado la atención de forma positiva son los combates y la manera de luchar. Tunic integra acción en tercera persona y basándose en los clásicos de The Legend of Zelda. Tendremos a disposición una serie de armas más que variopinta, destacando entre ellos una espada y escudo, artilugios parecidos a la dinamita para debilitar rivales más rápido o abrir secciones ocultas o ataques mágicos. Muchas son las que pueden ser obtenidas tanto hallándolas en estancias o mazmorras como premio a nuestro valor o siendo adquiridas en puntos concretos. Puede combatirse de dos formas distintas, la primera moviéndose libremente y atacando a todo ser viviente que se tenga enfrente o fijándolo. Este segundo enfoca al rival y hace que el protagonista adopte una postura de guardia con la que atacar directamente al enemigo de forma más precisa.
Tunic no es un juego que premie atacar a lo loco, de hecho, entra en jaque un punto roguelike con el que cada vez que se caiga derrotado, el alma de nuestro personaje se desvanecerá del cuerpo y se perderá todo lo que se haya recolectado. De esta forma, la desarrolladora quiere forzar a ser más estratégico, tener en cuenta los movimientos que vamos a realizar y ser cautos. En términos de dificultad se establece un grado de exigencia y de ser consciente que un paso en falso pueda hacernos perder todo el botín de monedas y armamento. Otro elemento a tener en cuenta es la stamina, movimientos como deslizarse conllevarán un decremento en esta barra y hará que el protagonista se canse. Esto hace que la exigencia sea mucha mayor.
Los enemigos son muy variopintos y su inteligencia artificial es altamente notable. Tanto los que encontremos a lo largo de la aventura como los jefes tienen sus propias mecánicas y movimientos, por lo que descubrir su punto débil será otra de las tareas a realizar. Esta parte de una de las más agradables del título, sin ser un camino de rosas ningún momento del juego, tanto los puntos en los que se explore la superficie como las mazmorras. Estas últimas, además de estar infestadas, también ocultan puzles de cierta complejidad que resolver. Algo a lo que ayuda eficientemente su cámara isométrica, teniendo una visión mucho mejor.
Para facilitar un poco más la tarea, Finji ha incorporado una serie de efigies con la forma de una diosa zorra que, dicho sea de paso, tiene un gran protagonismo en el peso de la historia. Estas hacen las veces tanto de punto de guardado como sistema de recuperación, subiendo al máximo los puntos de vitalidad y stamina. Para recuperar la energía existen otras opciones como botes con pociones que usar en cualquier momento.
En materia técnica, debemos decir que Tunic llega tanto a Xbox Series X|S, Xbox One y PC, teniendo un muy buen rendimiento en estos sistemas. La versión para compatibles se ha optimizado eficientemente para rendir a 60 imágenes por segundo y con todo su colorido en equipos con recursos ajustados. Su cámara isométrica es todo un acierto, permitiendo moverse libremente por los escenarios y explorarlos sin perder ni un ápice de todo lo que ocultan. Moverse con el protagonista se hace de manera ágil, siendo seguido por la cámara de forma acertada. No podemos negar la esencia de The Legend of Zelda en los diseños de personajes y enemigos, pero al mismo incorporando la personalidad y estilo de Finji dando como resultado algo diferente y único. A esto, hay que añadir sus eficientes elementos de iluminación y partículas que dan ese broche de oro. También debemos hacer mención a sus mapas y notas sobre la aventura, con trabajadas ilustraciones.
Su banda sonora incorpora melodías orquestadas y creadas por Lifeformed, que sonará mucho a aquellos más puestos en el panorama independiente por dar notas a juegos como Dusforce o Double Fine Adventure. También contamos con Power Up Audio, quien participó en obras como Celeste o Darkes Dungeon. Pistas con ritmos pausados y relajante que ayudan a concentrarse en la resolución de puzles, exploración y sumergiendo en otros momentos de lleno en mazmorras y combates.
Esto es todo lo que nos trae Tunic, un videojuego que ya se encuentra disponible en Xbox Series X|S, Xbox One y PC a través de Steam. Llega con una buena aventura con tintes roguelike y la esencia de los mejores tiempos de The Legend of Zelda. Una estética amable y colorista, acción, exploración y puzles componen este esperado título de la mano de Finji y Andrew Shouldice. Si buscas una aventura de este tipo con todos los elementos mencionados anteriormente, Tunic es una muy buena alternativa en el panorama independiente.
*Hemos realizado este análisis con un código de Tunic para PC proporcionado por ICO Partners.