Hay algo en lo que Nintendo hace mucho que ganó la partida y lleva lustros sin rival en ese campo. Lo que llamamos “juegos casual”, que no son otra cosa que títulos que se pueden considerar de relleno, pero que no están exentos de calidad. Si estuviéramos hablando de juegos de mesa podríamos denominarlos fillers, que suena menos peyorativo. Son esos juegos que nos sirven para echar una partida rápida, de forma desenfadada, sin mucha más exigencia ni más pretensión que divertirnos el rato que estemos con la consola en las manos. Miitopia se puede encuadrar en esa categoría de forma clara, pero a pesar de su aspecto infantil y de corte clásico nintendero, esconde dentro de su código un juego más profundo de lo que en principio deja ver. Vamos a contarte el qué.
Miitopia es, como no podía ser de otra forma, un juego completo. Pero si no lo fuera podríamos decir que estamos ante un tutorial para juegos de rol para aquellos que nunca se han acercado a uno, especialmente para los más pequeños de la casa. Para los que llevamos unos años en esto pero además tenemos la perspectiva de aquellos jugadores que por edad no han jugado aún a juegos de rol, es una delicia ver como van intuitivamente realizando acciones y combates e imaginando Miitopia como un tutorial perfecto para los juegos que les quedan por llegar más adelante. Pero eso no quiere decir, ni mucho menos, que se quede corto de contenido.
Esta reedición del original lanzado para 3DS nos vuelve a poner a los mandos de nuestros avatares, de esos Mii creados por nosotros para la ocasión. Es uno de los grandes pilares del juego, la posibilidad de personalizar todos los personajes de la aventura y cambiarlos por nuestras creaciones. Podemos usar nuestro avatar para convertirlo en el héroe, al de esa persona que nos hace la puñeta de lunes a viernes le podemos convertir en el malo de la historia, a aquella otra que nos hace tilín podemos convertirla en la princesa en apuros, y así con prácticamente todos los roles que nos vamos a encontrar. Porque por encima de todo, Miitopia es un juego de rol por turnos basado en un escenario clásico de cortes, reyes, princesas y dragones, y nos cuenta una historia que ya hemos visto muchísimas veces en los videojuegos, pero añadiendo ese componente de personalización extrema que le da su toque único y personal.
Por eso lo primero que nos vamos a encontrar al arrancar el juego es la opción de importar nuestros Mii de la nube. Si somos de los que tenemos una trayectoria con Nintendo y ya hemos creado avatares en diferentes plataformas, tendremos la mitad del trabajo hecho. De todas formas, y si no te apetece trabajar tanto y sólo quieres personalizar unos pocos de los personajes posibles, la IA se encargará de hacer lo propio con el resto, dejando en tus manos la opción de personalizarlos o no. Obviamente, y con un título de este estilo, lo divertido es poner a todos los personajes posibles la cara y el nombre de tus amigos y conocidos, para que las situaciones que se den a lo largo de la aventura te saquen más de una sonrisa. Contar la historia a tu manera se puede decir que es el gran atractivo del juego.
Otro aspecto que vamos a elegir al crear los personajes principales -cuatro al principio, y algunos más después- es su profesión. Esta profesión permanecerá inalterable para todos los miembros del grupo excepto para el protagonista, que avanzada la aventura tendrá la posibilidad de cambiarla, eso sí, empezando con la experiencia de cero en su respectiva profesión, por lo que es importante conformar un grupo heterogéneo y que cuente con distintas habilidades para estar preparados ante cualquier ataque enemigo. Los arquetipos no van a sorprender mucho prácticamente ninguno, pero siempre hay algunos de ellos que no te esperas en un juego de rol. A los clásicos como guerrero, mago o clérigo (curandero) se suman otros como cocinero o cantante que tienen sus propios puntos fuertes y debilidades.
Además de su profesión, debemos elegir para cada una de nuestras creaciones un rasgo de su personalidad. Esto añade una capa más a los tipos de ataque y defensa que nuestros personajes van a realizar. Para que te hagas una idea, si nuestra creación es un guerrero obstinado contaremos con la ventaja de que en ciertas ocasiones realizaremos un ataque doble gracias a esa obstinación, pero también corremos el peligro de que debido a esa cualidad, se niegue a ser curado por un compañero en alguna ocasión. En este punto, lo ideal es que a tu personaje le asignes el papel y personalidad con el que más cómodo te sientas y al resto de ellos les vayas dando papeles complementarios que nos ayuden en los diferentes peligros que encontraremos en nuestra aventura.
Y nuestra aventura no puede ser más clásica. Un malvado archimago aterroriza a todo un pueblo y les roba sus caras, y nuestro recién estrenado héroe, que pasaba por alli, se ve en la obligación de poner sus en principio escasas habilidades al servicio de la autoridad para intentar devolver la normalidad a una gente que acabamos de conocer. A partir de ahí, la trama sigue avanzando y pasamos de salvar a un pueblo a luchar para salvar un reino, con enemigos fantásticos de toda índole, incluyendo dragones, y de una dificultad creciente.
En este sentido no tenemos que preocuparnos mucho. Si somos de aquellos a los que nos gusta explorar todas las ubicaciones hasta encontrar todos sus secretos, iremos ganando la suficiente habilidad y experiencia como para completar el juego entero sin demasiados problemas. Su escasa dificultad sumada a una duración también corta son factores que debes tener en cuenta antes de añadir este título a tu colección.
Estamos ante un juego en el que debemos ir pasando por turnos de una ubicación a otra, luchando con los enemigos que nos salgan al paso en combates por turnos del corte rolero más clásico. Como decíamos al principio, el trabajo que Nintendo ha hecho simplificando los juegos de rol para hacer de este título algo accesible para todos los públicos, es algo que no podemos pasar por alto. Eso no quiere decir que si eres un jugador más curtido no te vayas a divertir, pero sí es cierto que lo encontrarás demasiado fácil. Basta para entenderlo saber que en los combates, sólo controlamos directamente a nuestro personaje, dejando a la consola la tarea de decidir que hace cada uno de los otros miembros de nuestro equipo. Por eso es importante elegir bien nuestra plantilla.
De todas formas, las ubicaciones cuentan con entre uno y cinco encuentros, y son siempre en el mismo sitio y ante las mismas criaturas, y al finalizar cada una de estas ubicaciones nos dirigiremos a la posada, el lugar donde podemos recuperarnos y desarrollar a nuestros personajes como veremos en un momento. El hecho de poder planear con anticipación aquellos combates que nos vayan mal es otra de las características que nos va a ayudar ante aquellos combates que se nos puedan atragantar eventualmente. Pero esto, como hemos dicho antes, no es lo único que podemos hacer en las posadas.
Cuando derrotemos a los monstruos pertinentes en nuestros combates, estos dejarán caer de vez en cuando, al final de esas escaramuzas, ciertos tipos de comida. Es en las posadas donde podemos hacer uso de estos alimentos dándoselos a nuestro equipo, y es mediante el ensayo y error como aprenderemos cuáles de ellos le gustan más a cada uno. Esto incide directamente en la cantidad de experiencia que cada personaje obtiene de ese alimento. Hay cinco niveles de afinidad con los alimentos, desde el lo odio profundamente al dame más de eso tan rico. La diferencia entre el mínimo y el máximo nivel es notable, e incluso el personaje se puede negar a comer un alimento que no le guste. De la misma forma, se pondrá a dar botes en la silla si ve que el alimento que sacas es de sus preferidos. Otra pequeña capa de estrategia que se suma al juego.
En las posadas además podemos fomentar la amistad entre personajes, poniéndoles a dormir en la misma habitación. Esta afinidad va subiendo de nivel a medida que van pasando días juntos, y va desbloqueando acciones únicas entre ellos como proteger, curar, dar objetos, etc. Es importante ir rotando las habitaciones si queremos tener un grupo equilibrado. También podemos comprar ropa y armas desde la posada, haciendo uso de las monedas que conseguimos en los combates. La peculiaridad es que no compramos lo que queremos, dentro de nuestras posibilidades económicas, si no que los personajes nos hacen peticiones, nosotros les damos el dinero que cuesta su antojo y ellos lo compran.. o no, porque hay veces que en lugar de comprarse esa flamante espada nueva se compran un plátano que repone puntos de vitalidad o un caramelo que hace lo propio con los puntos de magia. La última de las opciones que nos ofrecen estas paradas son dos juegos de azar, una ruleta y el clásico piedra-papel-tijera que nos darán la oportunidad de ganar experiencia, ropas, alimentos o pociones que nos ayuden en nuestra aventura.
Una de las novedades de esta entrega respecto al original es la mejora en los editores. Contamos con más opciones de las que tuvimos en su día para que la creación de nuestros personajes sea más sencilla y más cercana a la realidad, si es que se puede considerar cercano a la realidad un Mii. La otra gran novedad, y se puede decir que la más vistosa, es la inclusión de un personaje equino, un caballo, pegaso o unicornio que podremos crear llegados a cierto punto de la aventura y que nos ayudará haciendo algunos viajes más rápidos y participando esporádicamente en los combates. La relación con nuestro caballo también está influenciada por el tiempo que pasemos con él en nuestro viaje.
Miitopía es un juego para todos los públicos, que además sirve como fantástica guía de iniciación al rol a los más pequeños de la casa. Es un juego sencillo y relajado, que difícilmente va a colmar las expectativas de los jugadores más exigentes, pero la simpatía que derrocha en cada una de sus pantallas, la amabilidad con la que te presenta cada una de sus opciones y la tranquilidad con la que nos va desbloqueando nuevas opciones. Una historia sencilla pero que invita a ir descubriendo más cada vez para un juego que aunque no haga historia, tiene el derecho a ganarse un hueco en nuestro corazón y nuestra estantería.