Edge of Eternity es una declaración de amor a los grandes JRPG de la década de los 90 y principios de los 2000, un juego con un enorme e impresionante mundo abierto en el que desplegar las mecánicas de rol por turnos que tanto han emocionado a toda una generación. Pero la propuesta no llega desde un estudio japonés, sino de un pequeño estudio independiente situado en Francia. Midgar Studio decidió no ponerse límites y crear su propio JRPG clásico a imagen y semejanza de aquellas grandes sagas como Final Fantasy o Chrono Trigger. Una ambición desmedida que no podemos culpar sino aplaudir, aunque la experiencia con el resultado final se haya quedado algo corta por razones obvias.
La historia, sus personajes y el ritmo del juego son sus puntos más débiles, pero la ambientación y lo cuidado de su extenso mundo, su exquisita banda sonora, su sistema de combates y sus cuidados detalles son un regalo para los fans de los JRPG.
El juego nos traslada al planeta Heyron y nos presenta a su protagonista, Daryon, un joven soldado en medio de su instrucción que recibe un mensaje de su hermana Selene, que le comunica que su madre está gravemente enferma, contagiada de una misteriosa enfermedad conocida como Corrosión, que está diezmando el planeta. Mientras Daryon sopesa seriamente la posibilidad de desertar (la única forma de ausentarse del ejército para ir a ver a su madre) la base militar es atacada por una peligrosa y agresiva raza alienígena. Todos los soldados son aniquilados y Daryos y un puñado de compañeros tendrán que colaborar para escapar del lugar.
Así, comienza esta historia que nos lanza a un vasto y bello mundo, aunque los primeros compases del juego no tendremos muchas oportunidades de disfrutarlo. Y es que digamos que la primera hora larga del juego sus desarrolladores nos obligan a pasar por un prólogo excesivamente largo y poco atractivo, cargado de cinemáticas y dejándonos algunos compases de juego dedicados casi en exclusiva a un extenso tutorial. En él, eso sí, aprenderemos lo básico para enfrentarnos al juego, sobre todo los elementos básicos de su sistema de combate.
Pero si tenéis un poco de paciencia, pasado ese tiempo, el juego abre ante nosotros un enorme mundo bellamente diseñado y eso, por si solo, ya merece la pena. Aquí emprenderemos un viaje repleto de localizaciones que explorar. Y, sin ser perfecto, hay que alabar el trabajo de los artistas gráficos que han desarrollado una gran variedad de paisajes, zonas, ciudades y todo tipo de criaturas y monstruos. Hay una buena variedad de recompensas y tesoros ocultos que encontrar y muchas cosas que hacer. Además, tenemos a nuestra disposición una mascota grande y peluda adorable que hará que movernos por el mundo sea mucho más rápido (además del típico recurso de los viajes rápidos).
El apartado técnico chirría un poco con las animaciones de los personajes y los enemigos, y las escenas cinemáticas son muy toscas y hubiéramos preferido que nos hubieran programado tantas, porque desmerecen el juego una barbaridad. Pero, si superas estos peros, puedes sumergirte en una agradable y completa experiencia JRPG en un mundo de misiones y combates y, claro está, hacer crecer las habilidades de tus personajes, con las labores de artesanía y crafteo en el centro de sus mecánicas. Todo, eso sí, acompañado de una banda sonora espectacular, creada por el responsable de melodías de sagas icónicas como Chrono Trigger o Xenoblade Chronicles, Yasunori Mitsuda.
Daryon y su hermana Selene, una sacerdotisa, serán los principales protagonistas del juego, y se nota porque son los perfiles mejor trabajados. Los otros personajes que conforman el elenco de héroes y secundarios se diluyen un poco más en esa historia que, como ya hemos dicho, cuenta con algunas lagunas y errores argumentales. Aun así, la ambientación que mezcla magia y ciencia ficción a partes iguales es capaz de entretenernos en sus 30 horas de juego (puede estirarse hasta las 50 si te dedicas a explorar y a entretenerte con todo lo que veas).
Por supuesto, el juego cuenta con su propio sistema de combates por turnos, como buen JRPG clásico. Pero hay que destacar que los chicos de Midgar Studio se han trabajado un sistema propio y bastante original, añadiendo una cuadrícula de hexágonos que limita nuestro movimiento y que permite acercar y alejar a nuestros héroes de los enemigos y así añade una capa de estrategia y táctica a los combates. Colocar a nuestros mejores hombres en el cuerpo a cuerpo cerca de los enemigos y a los expertos en ataque a distancia (y curación) apartados del fuego enemigo es una dinámica de lo más lógico que aprenderemos a utilizar desde el principio. Atacar por detrás a un enemigo también consigue propinar un daño adicional.
Una vez detenido el tiempo para comenzar los turnos del combate, tenemos a nuestra disposición, para cada héroe del grupo, un ataque normal, nuestras habilidades, una serie de hechizos ofensivos y unas habilidades de apoyo. Ampliar ese abanico de habilidades a lo largo del juego dependerá de las mejoras que podamos añadir a nuestras armas mediante la colocación de gemas, que conseguiremos en los propios combates o explorando el mapa para dar con ellas de mil maneras distintas.
Explorar el mundo a lomos de nuestro felino gigante es una obligación ya que necesitaremos encontrar y recoger mejoras, objetos o gemas para mejorar nuestras habilidades y hacer crecer el nivel de nuestros personajes, lo que nos permitirá seguir avanzando en las desafiantes misiones principales del ah historia. En este aspecto, aunque Edge of Eternity no deja de caer en ese momento de monotonía típico de muchos RPG’s (repitiendo misiones y tareas unas y otra vez para subir de nivel), su bello y conseguido mundo hace que esto sea mucho más atractivo.
Técnicamente ya hemos dicho que Edge of Eternity engaña un poco al principio, pero si somos capaces de superar el mal diseñado prólogo y tutorial del juego, nos llevaremos una sorpresa. El mundo abierto del juego está realmente bien conseguido a nivel gráfico, y cuenta con entornos de una belleza destacable. Aunque también es cierto que hay otras zonas menos cuidadas y las escenas cinemáticas suelen aparecer casi siempre para romper la magia del momento. La banda sonora, como también hemos dicho, es magistral.
Puede que Edge of Eternity no sea el mejor JRPG que recuerdes, pero la labor titánica de sus creadores occidentales es digna de mención. Hay muchas cosas bien hechas, hay un mundo enorme y bellamente diseñado y, aunque el proyecto a superado a sus desarrolladores en muchos detalles, el juego es divertido, profundo y cuenta con un sistema de combate que proporciona momentos brillantes. Una auténtica joya muy poco pulida. Pero suficiente para cualquier fan del género, que tiene varias decenas de entretenimiento asegurado.