Not a Hero es un juego indie de disparos y coberturas en 2D, un 'run-and-gun' con ese estilo 'pixel art' que tan de moda está en PC, aunque también estará disponible para PS4 y PS Vita. Viene de la mano de Roll7, los creadores del 'skater' OlliOlli, y está editado por Devolver Digital. El protagonista del juego es BunnyLord, un conejo antropomórfico venido del futuro, adicto a los batidos y que postula para ser alcalde de la ciudad. Pero no jugaremos con él, sino que controlaremos a sus secuaces, diferentes personajes jugables, matones con distintas habilidades y contratados por BunnyLord para hacer campaña a su manera: eliminando al resto de bandas de la ciudad.
Si hay algo que diferencia Not a Hero en un género tan explotado y con una estética tan repetida en estos días, es un sentido del humor muy particular que hace que sea un juego con mucha personalidad. Pero no es lo único. En realidad hay mucho de todo: muchos tiros, muchas balas, muchas ventanas rotas, explosiones, rivales y ejecuciones.
Una historia original y variedad en los personajes jugables
El planteamiento del juego es original y divertido, y los diálogos y situaciones se acercan a lo surrealista. Pero se echa de menos un mayor desarrollo de esa historia-píxel y una mayor variedad en las partes narrativas no jugables. Avanzamos por el juego a través de un conjunto de niveles o pantallas divididas en tres grandes bloques: las tres bandas criminales a las que tendremos que derrotar. Eso sí, personajes jugables hay unos cuantos. A lo largo del juego, BunnyLord nos irá presentando a diferentes matones que podremos utilizar en las misiones. Hay hasta nueve asesinos trabajadores en la campaña política: Steve, Clethus, Clive, Samantha, Mike, Stanley, Kimmy, Ronald y Jesus, un matón muy español. Cada uno de ellos tiene habilidades especiales y, como el juego, una personalidad propia que hará disfrutar o desesperarse a BunnyLord al final de cada misión.
Un juego para volver a pasarse
Not a Hero es un juego vertiginoso que en cada nivel nos ofrece misiones secundarias como marcarse una racha de bajas o pasarse el nivel en un tiempo determinado que aumentan su dificultad. Estas misiones no nos impiden superar el juego, pero si nos llaman a repetir el nivel de forma independiente si queremos pasárnoslo con nota. Y lo mejor es esperarse al final del juego, cuando ya tengamos todos los personajes y queramos volver a las primeras pantallas con nuestro matón favorito.
Frenético, quizás demasiado
Si sois aficionados a los shoot'em up disfrutaréis a lo grande con BunnyLord, pero si sois de los que os gusta fijaros en los escenarios y planificar estrategias a conciencia, quizás nunca superaréis los niveles con la máxima puntuación. Lo bueno y lo malo es que los niveles son cortos. Es bueno cuando te eliminan, porque no nos dará tanta pereza volver a empezar, pero quizás el juego puede llegar a hacerse demasiado corto y repetitivo. Los escenarios pecan de repetitivos aunque cobran otro sentido conforme vamos avanzando y descubrimos que no tenemos por qué seguir la ruta más sencilla para cumplir nuestros objetivos. Lo mejor: interactuar con el escenario y aprender cómo funciona cada tipo de enemigo para eliminarlos con cierta picardía. Incluso los aficionados a los juegos de sigilo pueden hacer de ciertos momentos de Not a Hero un sucedáneo de infiltración. Además, para evitar esa pasividad de los fondos, los chicos de Roll7 han pensado en ello potenciando la rejugabilidad de los niveles que ofrecen ligeras variaciones cuando volvemos a ellos.
Aporrearás el teclado
El control es extremadamente sencillo, pero puede llegar a ser confuso. No hay ratón. Dirigimos a nuestro matón con las tradicionales flechas, al más puro estilo arcade, pero disparamos y ejecutamos las acciones con la mano izquierda con teclas tales como la C, la X o la V, lo que en los primeros niveles nos hará tirar una granada cuando queramos disparar o deslizarnos hacia un enemigo cuando lo que queremos es buscar cobertura. Eso sí, podemos cambiar los controles. A pesar de ello, las mecánicas son tan sencillas que es fácil realizar las acciones de manera automática sin necesidad de volverse loco mirando el teclado.
Un cuidado apartado sonoro
Si hay algo que los 'pixel art' utilizan para suplir el apartado gráfico es la música y los sonidos. En Not a Hero no podía ser de otra forma. El tono musical del juego es igual de frenético y divertido que las mecánicas y los diálogos. Un sonido que recuerda a los 8 bits y nos mantiene en ese mundo píxel. ¿La única pega? Lo molestísima que se nos hace la voz sintetizada de BunnyLord a partir de los tres o cuatro primeros niveles y que nos tientan a saltarnos su 'speech' pre y post misión. Pero es recomendable aguantar: algunos diálogos lo merecen.
Conclusiones
Not a Hero no es el juego del año, pero ofrece intensas dosis de diversión para pasar más de un momento agradable. Es uno de esos juegos a los que se vuelve con el tiempo. De esos que arrancas en un rato muerto para jugar un nivel antes de cenar y al final terminas con la bandeja frente al ordenador pasándotelo de nuevo. No es un indie dramático e inmersivo sino todo lo contrario, y esa es su mayor virtud. Es una dosis de adrenalina, sustituto de un café bien cargado para despejar la mente y estirar los músculos de la mano. Se echa de menos un modo multijugador o al menos un cooperativo para echar un rato con algún amigo. Porque el juego es divertido y el arrogante BunnyLord ofrece algunos diálogos hilarantes y absurdos que te provocarán alguna que otra carcajada. Que oye, lo mismo jugáis y no os hace ninguna gracia, pero os recomiendo dejar a un lado esa coraza de 'hardcore gamers' y os animo a reiros un rato en lugar de ofender a la madre de BunnyLord en los comentarios. Lo mejor: su alto potencial de rejugabilidad. Porque es muy satisfactorio volver a un nivel que te pasaste dejando las paredes como un colador para intentar hacerlo de nuevo sin apenas apretar el gatillo.