Análisis de Tin Hearts, sigue el paso de los soldaditos de plomo
Una aventura narrativa que nos invita a resolver puzles para que un ejército de soldaditos de plomo consiga avanzar
Tin Hearts nos recuerda a títulos de puzles como los míticos Lemmings
Avanza resolviendo puzles cada vez más desafiantes para descubrir una emotiva historia de amor
Sin ninguna duda, la inspiración de los míticos Lemmings está presente en este juego indie desarrollado por el estudio británico Rogue Sun. Aquella mítica saga de principios de los 90 creada por DMA Design (actualmente Rockstar North) nos enseñó a devanarnos los sesos para abrirles paso a un puñado de criaturas que caminaban sin dudarlo hacia su propia muerte, si es que no éramos capaces de impedirlo. Tin Hearts, el juego que ahora tenemos entre manos, con sus mútiples diferencias, parte de la misma premisa, pero ahora tenemos que velar por la seguridad de un ejército de soldaditos de plomo que desfilan sin vacilar por entre los muebles, estanterías y trastos de un viejo taller de juguetes.
Tin Hearts es un juego que engaña. Parece demasiado simple en sus inicios, pero si le das unos minutos de cortesía comienza a complicarse, a añadir capas jugables más que interesantes y a contarte una historia realmente conmovedora de amor y compromiso sobre Albert J. Butterworth, un genio inventor y maestro juguetero de la época victoriana. Tin Hearts se lanzó en Nintendo Switch el pasado 20 de abril y en esta plataforma lo hemos disfrutado (Meridiem Games ha lanzado una versión física en nuestro país). Dentro de unas semanas el juego estará disponible también en PC, Xbox Series S/X y PlayStation 5.
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Abriendo camino por el taller de juguetes
Tin Hearts nos mete muy rápidamente en faena, tanto que lo hacemos de una forma un poco confusa y no sabemos bien lo que tenemos que hacer en los primeros compases. Es cierto que, un sutil tutorial nos va indicando lo que tenemos que hacer, sin necesidad de diálogos, para superar el primero de los puzles. En esencia, con una perspectiva en primera persona, tenemos que mover y colocar una serie de piezas de madera por el escenario para cambiar y dirigir la incesante marcha de un pequeño ejército de soldaditos de plomo, con el objetivo de que terminen su marcha atravesando una pequeña puertecita situada en una pared. Nuestro espacio de juego es el viejo taller de un juguetero que está repleto de muebles, bancos de trabajo y cientos de objetos repartidos por ahí.
Una vez completado el primero de los puzles vamos pasando a los siguientes niveles. El juego cuenta con 40 pruebas y, por supuesto, la cosa se va complicando. Cada vez contaremos con mayor movilidad por la estancia, podremos alejarnos o hacer zoom para ver más en detalles, podremos coger y mover a nuestro gusto cada vez más piezas y distintos objetos y utilizar el entorno para que los soldaditos cambien de sentido, salten, reboten y mucho más. Podremos accionar mecanismos, mover trenes de juguete o hacer disparar pequeños cañones de juguete (entre otras muchas cosas) para conseguir nuestro objetivo.
En cada estancia (los niveles nos van llevando por el taller, la zona de juegos o las distintas habitaciones de la casa del famoso juguetero) podemos tomarnos un tiempo para recorrer el escenario y estudiar meticulosamente el camino que deberán recorrer los soldaditos para alcanzar su meta. Hay varios caminos posibles y tendremos que decidir la estrategia de la mejor manera. Cuando hayamos identificado el mejor camino posible y reconocido las herramientas a nuestro alcance para lograr cambiar la marcha de los soldados a nuestro antojo, podemos preparar sus primeros pasos y abrir la caja que los contiene. Desde este momento, los soldaditos comienzan a salir de ella y se dirigen hacia el frente con una marcha incesante.
En muchas ocasiones, la resolución total del puzle no se nos presentará hasta que no hagamos moverse a los soldaditos, ya que ellos pueden desbloquear nuevas herramientas si les conducimos a los lugares adecuados. También, solo fallando y estudiando nuestros errores (pobres soldados que se precipitan por el borde de la mesa) seremos capaces de encontrar la solución. En muchas ocasiones, también la rapidez reutilizando piezas (coge aquella cuña de madera cuando termine de pasar el último soldado y corre hasta la siguiente esquina a colocarla en otra posición para que no se caiga el primero de la fila) será la única forma de avanzar.
Pero, sin duda, la mejor de nuestras habilidades es el control del tiempo. El juego nos permite pausar la acción para que los soldados se queden congelados y podamos pensar sin presión en los siguientes movimientos. Y algo mucho mejor, podemos hacer que el tiempo retroceda en cualquier momento y sin límite (para salvar a aquellos soldaditos perdidos) o que avance rápidamente (si ya hemos completado el puzle y queremos que los soldados corran hacia la salida). Estos controles, que están siempre a mano en los gatillos del mando, facilitan mucho la acción, quizá demasiado.
Una historia encerrada entre juguetes
Mientras vamos completando los cada vez más exigentes niveles se nos van descubriendo escenas de la vida de nuestro protagonista juguetero y de cómo fue construyendo un juguete muy especial para su pequeña hija. No vamos a desvelar más porque la emotiva historia merece ser descubierta por los jugadores, pero si que podemos decir que está narrada de una manera muy original, inmersiva y sorprendente. Sólo para descubrir cómo termina la historia, te aseguramos que intentarás superar hasta el último puzle.
El juego está construido con escenarios en 3D y, aunque la vista nos está algo restringida en los primeros niveles, después se libera y nos deja explorar y movernos a nuestro antojo, lo que hace que gane enteros. A nivel artístico nos encanta la ambientación de los escenarios, el diseño de los juguetes y de los soldaditos, a pesar de que los gráficos no son ninguna maravilla. Pero podemos decir que cumplen. Eso sí, los movimientos y los controles son algo toscos y, en unos primeros instantes nos ha costado dominarlos con precisión. Y es que muchos de los puzles requieres de mucha precisión a la hora de colocar una pieza o empujar un trenecito de juguete.
El juego también peca de una excesiva facilidad en sus puzles, sobre todo en la primera mitad de los niveles. Demasiadas ayudas en pantalla que te dicen dónde y como colocar una pieza hacen que pasemos los 20 primeros puzles sin darle demasiado al coco. Eso si, luego la cosa se complica y, al menos, tardarás un poco más en completar las estancias más grandes y complejas.
En definitiva…
Un interesante título que es capaz de contar una historia emotiva y entrañable a través de una serie de puzles creados con juguetes de madera. Unas interesantes mecánicas que se van añadiendo y sumando a unos puzles en general sencillos pero cuya resolución resulta de lo más gratificante. Un juego para amantes de los puzles, pero que no quieran darle mucho al coco, si son capaces de controlar su cámara y sus controles.
*Hemos realizado este análisis con una copia de Tin Hearts para Nintendo Switch facilitada por Meridiem Games.