Enfrentarse a un juego como Clash: Artifacts of Chaos es especial. Un servidor ha tenido el placer de jugarlo, y sólo puedo emitir una expresión antes de entrar a hablar de todos sus apartados: es un cocktail con buenos ingredientes, aunque no todos encajan. Sí, podríamos haberlo llamado Clash Souls: God of the Wild, y añadir que tiene un sistema de apuestas pre-combate. Cualquier jugador ducho sabe ya qué estamos atajando aquí, un producto que emplea ideas de grandes títulos, muchas de ellas de forma, hay que decir, bastante eficiente, pero eso no nos garantiza que el resultado sea bueno en todo. Y lamentablemente, no lo es.
No obstante, lo primero a lo que vamos a aludir no es la jugabilidad como tal, eso es un tema que tratamos ya más abajo. El shock visual y sonoro es no menos que tangible. Y es que a primera vista resulta una delicia con toques que lo hacen parecer casi un título dibujado. Está en las antípodas del nivel de Okami, por supuesto, pero el color, las texturas de efecto dibujado, los paisajes… todo, nos gusta. Si no fuera porque a veces hay bajones en los frames, visualmente es muy particular, y en el mejor de los sentidos, por supuesto.
Luego viene el sonido. Tras unos segundos de confusión al empezar a jugar, nos damos cuenta de que el sonido ambiente es encantador, nos mete en la acción, y perseguimos un canto que es, cuanto menos desconcertante. Pronto todo sale a la luz, tanto en la trama… como en el oído. Y es que entonces llegan las voces, y amigos, Clash se estrella del todo. La interpretación, con todos los respetos hacia el equipo, es de un nivel muy muy inferior a la media que se exige a un juego que busca tener esta clase de repercusión.
Ya metidos en ambiente, vamos a hablar de la jugabilidad: es un título de acción que responde bien a todos los comandos, al menos tras jugarlo en Xbox Series S el resultado ha sido más que positivo, es intuitivo, funciona, y enganchar combos está muy bien, aunque lo de poder elegir un enemigo y centrarnos en él parece que lo han olvidado. No estamos tampoco pidiendo un sistema novedoso, Ocarina Of Time ya lo tenía. Y ya que nombramos Zelda… Vamos a desgranar ese nombre que hemos dicho antes:
Clash Souls: God of the Wild: Clash es por el propio título claro que si. Souls… porque sí que hay herencia de los Souls en algunos aspectos, como que al morir accedemos a un mundo nocturno artísticamente espectacular pero en el que podemos ir a recuperar nuestro cuerpo donde morimos. Básicamente, nos sentimos como buscando almas. God of… Sí, despertamos del cuerpo de un guerrero y la verdad es que nuestro protagonista, Pseudo, nos puede recordar al amigo Kratos pero su diseño es como si lo hubiésemos adquirido en una clásica tienda de feria en la que nos mezclan en la liga de la justicia a Spiderman, Batman, Iron Man y cuidado que no aparezca hasta Lara Croft. Y curiosamente hago esta comparación sintiendo un cariño enorme por esos muñecos que trataban de parecerse pero de manera disimulada. ¡Bendito peluche de Pikechu! Incluso el modo en el que se sitúa la cámara, los movimientos (de tipos diferentes de artes marciales que iremos mejorando) nos lo recuerdan, amén de ir acompañados de una especie de pájaro del diseño de un borrón al que llama "El Chico". La partida se guarda en hogueras donde además nos paramos a mezclar objetos y crear pociones y manosear los materiales que, por lo que sea, un ser como Pseudo está recogiendo por el mapa. Sí, ahí está el of the Wild con el que acaba el nombre propuesto.
Pero queda algo más, que nos vuela la cabeza. Al menos a quien suscribe, el shock más auténtico fue el de que antes de pelear (que es en tiempo real, conste) encarnizados de camino a por un enemigo potente, lo primero que haremos será…. parar y mirar al suelo con él, tirar los dados y hacer una apuesta. Quien gane (con un sistema que requiere algo de reposo y entendimiento, todo sea dicho), ataca primero. Pero luego seguimos a guantazos con absoluta normalidad, conste. Esto ensombrece hasta la posibilidad de ir mejorando las habilidades de combate, que nos harán ganar mayor dominio sobre los enemigos.
Y dicho esto, con gráficos agradables y hermosos, algún que otro tirón y echando dados, nos moveremos por un mapa que carece de ningún tipo de marca para saber hacia dónde nos lleva la trama, más allá de alguna sutileza. No sea que luego la pongamos y algún fan de los títulos maś hardcore no se sienta cómodo con esa ayuda. La verdad es que es facilísimo perderse y no mejora nada la experiencia ir desorientado por el mapa, puesto que rompe el ritmo, aunque nos sirva para ir haciendo acopio de materiales para la siguiente hoguera. No son escenarios abiertos prácticamente, dando cierta sensación de "pasilleo" disimulado con ramas y espino.
Pero entonces, ¿recomendamos Clash: Artifacts of Chaos? Lo cierto es que su estudio, de origen Chileno, ha hecho un gran trabajo y el juego logra divertir con sus combates, pero eso no quita que el resultado de todos, todos los ingredientes, aunque sean buenos, acabe desluciendo en muchos temas. Tanto de fluidez como de flojera argumental, por no volver a tratar las voces.
Sí que recomendamos el título, aunque sabiendo a lo que vamos: a echar un rato agradable, a soltar guiños a otros títulos, y a seguir una trama de manera algo trabajosa, pero a la vez gratificante.