Análisis de Vengeful Guardian: Moonrider, nostalgia bien
Un juego de acción y plataformas con el aspecto y las mecánicas retro de la era de los 16 bits
Vengeful Guardian: Moonrider nos pone en la piel de metal de un vengativo ninja cyborg
El estilo retro es casi un género en sí mismo dentro del mundo de los videojuegos. Somos legión los jugadores que vivimos nuestra infancia en los 90 y encontramos un placer innegable volviendo a los viejos gráficos y maneras de los microordenadores o las consolas de 16 bits. Por eso, siguen triunfando los remakes o remasters de los títulos más clásicos, pero también todos esos pequeños (y a veces no tan pequeños) equipos de desarrollo que deciden crear su nuevo videojuego con pixeles gordos y mecánicas de hace tres décadas. No siempre funciona, pero cuando lo hace, nos lanzamos a disfrutar de estos videojuegos ‘viejóvenes‘ con una sonrisa en la boca.
Vengeful Guardian: Moonrider es un título de acción y plataformas de la vieja esceula y utiliza la nostalgia de manera óptima, cuidada, con gusto y como un homenaje eterno y actual a aquella manera de hacer las cosas en la industria de los videojuegos de las recreativas y las primeras consolas de sobremesa de principios de los 90. El juego ha sido editado por The Arcade Crew (Infernax, Young Souls, Blazing Chrome) y desarrollado por JoyMasher (Blazing Chrome) y está disponible para PC, Nintendo Switch, PS4 y PS5.
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La historia de Vengeful Guardian: Moonrider no recibirá ningún Oscar al guión original, pero sirve de interesante fondo a una historia mil veces vista: tenemos que encarnar al Moonrider, una especie de ciborg ninja creado por una mega corporación futurista despiadada y opresora. Se supone que, por alguna razón desconocida, nuestro protagonista se revela y deserta de las fuerzas opresoras en las que fue construido para “luchar, comprometiéndose a la venganza y a una inquebrantable protección del pueblo”. Así, sin tener muy claro si somos el héroe de la trama o el villano, iremos soltando espadazos a todo tipo de robots y enemigos de todo pelo por toda clase de niveles en 2D.
El gameplay del juego es muy simple y apto para todo el mundo, pero con una dificultad que va ascendiendo y poniéndonos las cosas más complicadas a cada paso. Nuestro ninja cyborg puede correr, saltar, agarrarse y rebotar en las paredes a lo Samus Aran, dar espadazos y utilizar diferentes habilidades especiales (y nuevas armas) con tres botones. Todo es fluido, con un ritmo elevado y los movimientos funcionan, exceptuando algún problema con la cámara a la hora de detectar donde está el principio o el final de las siguientes plataformas.
Los niveles de plataformas 2D se alternan con las típicas fases contra jefes finales, las típicas ‘fases de ascensor’ y un puñado de divertidas fases sobre una moto. El juego impone retos con una dificultad creciente, pero está muy equilibrado y permite completar el título a prácticamente todo tipo de jugadores ya que cuenta con suficientes vidas, puntos de control, etc. En algo más de dos horas puedes terminarlo, pero el juego está diseñado para que puedas rejugarlo un buen número de veces. El título puede completarse en el orden de niveles que elijas y probarlo de nuevo con las nuevas armas que desbloqueas en cada final. El juego cuenta con habilidades ocultas, como el doble salto, que pueden adquirirse si buscas bien los chips modificadores escondidos en los niveles y las desbloqueas.
Visualmente, el juego cuenta con un diseño de sprites estilo 16 bits que resulta fabuloso, con personajes y fondos increíblemente detallados y con efectos sorprendentes, para estar todo diseñado con un puñado de pixels. Además, si nos gusta darle un toque más retro, podemos añadir un filtro de monitor CRT o ajustar el temblor de la imagen. La banda sonora es igual de retro y bien elegida, una partitura que mantiene la tensión a lo largo de toda la aventura, combinada con unos crujientes efectos de sonido para redondear a la perfección una atmósfera de inspiración retro.
En definitiva…
Vengeful Guardian: Moonrider es un fabuloso plato de nostalgia bien condimentado. Es directo, violento, breve y muy satisfactorio y no es un reto imposible para los jugadores menos acostumbrados a estas mecánicas. Se puede completar utilizando sus checkpoints, repitiendo los niveles, aprendiendo las rutinas de sus jefes finales y mejorando a nuestro gusto las habilidades y armas del protagonista. Un título con un regusto familiar que merece la pena, en cualquiera de sus plataformas y por un precio de lanzamiento realmente bajo.