Análisis de Evil West: el bueno, el feo y el vampiro
Un juego de acción directo y salvaje que enfrenta a duros vaqueros con un ejército de vampiros
Evil West es la propuesta de Flying Wild Hog que nos devuelve a los tiempos de PS2
Un juego de acción directa en tercera persona, una mezcla entre shooter y hack and slash muy de la vieja escuela con una historia de vampiros ambientada en pleno salvaje oeste. Eso es lo que nos propone Flying Wild Hog (los responsables de Shadow Warrior 3 o Trek to Yomi) con un título entretenido que no inventa nada y que tiene sus sombras. Un juego bruto y directo que te arranca alguna sonrisa en sus desenfrenados combates y que puede mantenerte entretenido un puñado de horas.
Un western siempre nos llama la atención y Evil West tira de tópicos para pintar unos interesantes escenarios y unos héroes pistoleros, brabucones y de insulsas conversaciones, que se dedican a disparar a todo lo que aparece ante ellos. La chispa es que los enemigos son vampiros de todo tipo, además de deformes engendros que acompañan a los no muertos. Y es que mezclar géneros siempre llama la atención (como aquella película de 'Cowboys vs. Aliens'), aunque luego el resultado no pueda tildarse de memorable precisamente (como en esa misma película).
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Vampiros en un salvaje oeste ciberpunk
Evil West cuenta con una compleja historia y ambientación, que junta un montón de géneros como el western, el terror, las historias de vampiros, la ciencia ficción y el sub género ciberpunk. Todo junto, mezclado pero no agitado, sirve de ambientación a un título que también le ha dado por mezclar mecánicas: tiene algo de shooter en tercera persona al estilo Gears of War y algo de hack & slash al estilo God of War (salvando las inmensas distancias en ambos casos). Todo en un juego muy pasillero, con algunos recodos por donde recoger un puñado de coleccionables y salpicado con decenas de arenas donde desplegar combates con legiones de enemigos y jefes finales.
En este oeste americano de finales de un siglo XIX alternativo encarnamos al pistolero Jesse Rentier, un caza vampiros que pertenece al Instituto, una organización dedicada a terminar con la amenaza de los no muertos, extendida por los Estados Unidos y que suponen una amenaza peor que los indios o los forajidos. Pero, además de la presencia de esta plaga de no muertos, esta historia alternativa también pone a los americanos muy a la vanguardia en tecnología, inspirados por los avances con la electricidad de Nicola Tesla. Así, mezclando la máquina de vapor con los avances del control de la electricidad, con ese toque retro futurista y ciberpunk al más puro estilo 'Wild Wild West', el joven gobierno de los Estados Unidos cuenta con avanzadas (a la vez que viejunas) máquinas y armas. Estas últimas le vienen muy bien a nuestro héroe para freír vampiros.
Con estos mimbres de fondo, el juego cuenta una historia que no es demasiado memorable, pero que si de verdad te llama la atención, podrás intentar seguirla escuchando (en inglés) o leyendo (los subtítulos en castellano) las vacías conversaciones de sus personajes o recolectando documentos por el camino (uno de sus coleccionables) que amplían la información sobre los vampiros, el Instituto, los personajes más destacados del juego y demás. Aunque hay que decir que el título no invita demasiado a interesarse por la historia, sino a recargar el arma y lanzarse a la siguiente melé de enemigos sin mirar atrás.
God of West
A nivel jugable, el juego intenta ser un juego al estilo God of War, con una propuesta de hack and slash que nos va atrapando en distintas arenas y nos pone a prueba con hordas enemigos, cada vez más complicados y numerosos. De hecho, el intento de parecerse al título de Santa Mónica Studios es evidente en un montón de detalles: por ejemplo, la manera en la que Jesse Rentier abre los cofres de dinero y coleccionables que se encuentra, golpeado y rompiendo la tapa al más puro estilo Kratos. El dinero que recogemos y la subida de nivel nos da acceso a un pequeño árbol de habilidades a desbloquear que también, de lejos, se inspira en el del héroe griego.
Pero hasta aquí las similitudes con God of War. En realidad, Evil West es un juego muy sencillo, que nos lleva por escenarios demasiado pasilleros (aunque con unos fondeos realmente trabajados a nivel de diseño y detalles gráficos). Parece un juego casi sobre ráiles que destaca unas cadenas brillantes en todos los lugares en los que el personaje tiene que hacer algo distinto a avanzar hacia delante. Sólo hay que acercarse a la cadena brillante y pulsar un botón para que el personaje salte una plataforma, lance su látigo para balancearse, suba por una escalera o se descuelgue por un desnivel. Lo hace todo solo y a nosotros solo nos queda combatir.
Y en los combates sí que podemos pasar un rato agradable, combinando el guantelete metálico con el que Jesse golpea y atraviesa enemigos, las fintas y la acción de rodar por el suelo para esquivar y las armas de fuego para atacar a distancia. A esto se le suman los combos, los nuevos movimientos que nos otorgan las habilidades y las nuevas ramas y gadgets especiales que iremos incorporando (como el toque eléctrico a nuestro guante, que freirá hasta los huesos a los pobres vampiros).
El problema es que el juego, una vez superado su primer tercio, comienza a repetirse hasta la náusea. Las mismas arenas una y otra vez, las mismas encerronas de enemigos una y otra vez y, lo peor de todo, los mismos enemigos una y otra vez. La escasa variedad de sus niveles y de sus retos hace que la experiencia se desinfle de su mitad hacia el final. Y lo que en principio parecía un juego entretenido y cargado de personalidad, aunque algo tosco y basado en una jugabilidad y diseño muy de hace dos o tres generaciones (de PS3 o hasta PS2), termina siendo un juego que da pereza terminar. Afortunadamente, su duración limitada (no te llevará ni 10 horas acabarlo) puede hacer que lo termines antes de que el tedio te supere.
A nivel técnico el juego se comporta bastante bien, con un rendimiento constante y sin caídas de frames demasiado preocupantes, con unos gráficos que no son de lo mejor que hemos visto pero que tiene detalles muy destacables, sobre todo con algunos escenarios a cielo abiertos (los pueblos del oeste) más que los entornos cerrados (minas o catacumbas). El diseño artístico da una de cal y otra de arena, ya que los abigarrados enemigos y el exceso de sangre y vísceras que lo salpican todo pueden resultar atractivos, pero molestan constantemente para ver a los enemigos que nos rodean en las arenas.
En definitiva…
Evil West es entretenido y proporciona lo que promete: combates contra cientos de miles de vampiros y engendros, a los que podemos eliminar con combos sangrientos, golpes y disparos por igual. Su jugabilidad cumple, pero la repetición constante de situaciones, la poca variedad de su diseño de niveles y sus repetitivos enemigos lastran un poco la experiencia. Su estética y ambientación despiertan nuestro interés, pero este se diluye según avanzan los niveles.
*Hemos realizado este análisis con un código de Evil West para Xbox Series X proporcionado por Plaion.