Análisis de Scorn, un videojuego de terror grotesco e inquietante
El juego de terror de Ebb Software nos propone una experiencia agobiante, perturbadora e inquietante
Scorn es una extraña aventura de terror sin sustos, sin diálogos, sin banda sonora...
Posiblemente conozcas a un artista llamado H.R. Giger. Su obra se convirtió en inmortal gracias a la serie Alien, donde fue responsable del ínclito “bicho” y mucho más, permeando así sus creaciones e imaginería más allá de los museos o las propias producciones en que este artista y creador ha participado. De esta forma el 'sello Giger' ha llegado a la cultura popular, y no son pocas las obras audiovisuales y jugables que han tratado de seguir el camino marcado por este autor. Es el caso de Scorn, una aventura de terror ambientada en un mundo que bien podría haber sido creado por Giger, pero que ha sido producido por un pequeño estudio serbio llamado Ebb Software.
El viaje de Scorn comenzó en 2013, con la fundación del estudio y muy pocos recursos. El proyecto llegó casi a parecer imposible durante ciertas etapas, pero fue su Kickstarter el que comenzó a catapultar el reconocimiento internacional de este singular proyecto. Nacido como un indie, ha acabado siendo casi un juego de los llamados AA, por los recursos y apoyo de grandes productoras, como es el caso de Microsoft, que le ha dado mucha bola en distintos eventos, hasta el punto de convertirlo en una de sus grandes bazas exclusivas para consola (sale en Xbox Series X/S y PC).
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Terror tecno-orgánico mudo
Ahora que tenemos claro el contexto en que se ha producido Scorn, podemos profundizar sobre lo que propone. Se trata de una aventura de terror, pero sin sustos… Y sin diálogos. Despertamos como una criatura humanoide en un mundo biomecánico compuesto por metal, huesos, tendones y carne. Tampoco hay menús, ni guía. Todo es muy minimalista, y esa es una de las claves del título. Vivimos la experiencia de este ser, que debe encontrar su camino y descubrir más en el terrible mundo que habita, mientras resuelve puzzles, explora distintos parajes y, al avanzar en la aventura, combate con algunas de las criaturas que habitan este mundo.
Desde ya os vamos avanzando que las dos primeras partes de ese cóctel jugable funcionan bastante bien, con acertijos inteligentes y variados, y un mundo que da tanto asquete, como ganas de descubrirlo. La tercera pata de esa mesa, los combates, no tienen tanto éxito, y acaban siendo más un lastre que el motor que siga impulsando nuestras motivaciones en Scorn. El problema es que resulta impreciso y casi inapropiado para la atmósfera que Ebb ha conseguido crear.
Durante las primeras horas vamos descubriendo un mundo horrendo, que nos hace estar en tensión de forma constante. No porque haya sustos, sino por lo incómodo y enigmático que resulta. Nuestros paseos y descubrimientos se convierten en el motor de la aventura de Scorn, y la calma nos acompaña. Es en estos momentos cuando hay tensión. Sin embargo la aparición de monstruos y armamento rompen esa armonía parsimoniosa, obligándonos a estar alerta, mientras luchamos por acertar nuestros ataques en un sistema de combate que resulta tosco y poco preciso… Y que rompe la uniformidad temática de la aventura.
Miedito cocinado a fuego lento
Scorn es un juego simple y bastante lineal, sin secretos de ningún tipo más allá de las tareas principales que nos toca hacer de forma normal. Su duración es la justa para no aburrir, unas 5 horas, y el sistema de control se ajusta a las necesidades del mismo, sobre todo en los momento de ritmo lento. Habrá momentos en que la falta de mapa o ayudas nos desoriente un poco, pero esta es también parte de la magia de este título. Al final, lo que busca Ebb es que vivamos la misma experiencia del extraño ser protagonista de Scorn. Es decir, toca apañárselas con lo que tenemos a todos los niveles, y el caso es que la propuesta funciona y divierte, aunque hay que tener en mente que no estamos precisamente ante un juego rápido o en el que la adrenalina vaya a fluir a raudales.
El trabajo de Ebb se ha orientado totalmente a apoyar esa experiencia, y el ejemplo más claro lo vemos en la factura sonora. No hay diálogos porque las criaturas de Scorn no saben hablar. Tampoco hay música, precisamente para apoyar la atmósfera opresiva del juego y aumentar la inmersión del jugador en la propuesta. Todo son sonidos ambiente de origen desconocido que te transportan a este mundo simpar. Una propuesta arriesgada, pero que es uniforme con lo que busca.
Por supuesto, todo esto no serviría de nada si no estuviera apoyado por un apartado técnico y visual que acompañara de la misma manera. La suerte es que es así, y Scorn tiene un aspecto simplemente imponente. Bien es cierto que puede resultar monótono en algunos momentos (es lo que tiene tirar de entrañas casi para cualquier paraje), pero el detalle, los colores, el modelado… Una auténtica delicia, aunque pueda considerarse solo apto para estómagos fuertes. El rendimiento del juego es excelente en todos los sistemas, por lo que el pulido de Scorn queda fuera de toda sombra de duda a pesar de sus orígenes humildes.
En definitiva...
Scorn es un juego de terror ‘slow-burn’, que no busca el susto fácil sino la incomodidad del jugador a través de su imaginería. Por eso puede decirse que huye del miedo más palomitero, y se coloca en el lado más ‘especial’ del género. No se trata de un título para todos los públicos, pero sí es una obra interesante para los aficionados a este género. Eso sí, también debe quedar claro que se trata de un juego imperfecto, en el que las secciones de acción desmerecen la tensión lograda con las zonas de exploración y puzzles. Más allá de esto, 5 buenas horas de entretenimiento y un acabado visual espectacular.
*Hemos realizado este análisis con una copia de Scorn para Xbox Series X proporcionada por Kepler Interactive.