Análisis The Last Oricru: cocinar sin seguir la receta

  • The Last Oricru es un RPG de acción con un gran peso narrativo y un toque de dificultad tipo souls

  • El título falla en elementos importantes, pero funciona y cuenta con un interesante modo cooperativo

Hay dos elementos fundamentales que hacen un soulslike, perder tu “experiencia” al morir y tener que visitar una hoguera o algo parecido para recargar vida y pociones. Muchos títulos RPG se han hecho eco de estos elementos y lo han incorporado como forma de vida, algunos sin mucho sentido y otros entendiendo su uso primario, añadir dificultad, conocimiento y estrategia a juegos menos propensos a ello.

Desarrollado por Goldknights y editado por Prime Matter, The Last Oricru se enmarca en los segundos, un RPG con toma de decisiones y jugabilidad a lo Dark Souls que deja muchísimo que desear en todos y cada uno de sus apartados. Nosotros lo hemos jugado en PS5 estando, también, disponible en PC y Xbox X|S.

Las comparaciones suelen dar asco pero es el precio que hay que pagar si quieres usar algo que ya estaba sobre la mesa. En este caso si comparamos The Last Oricru con Dark Souls el primero sale perdiendo. Es una de las peores adaptaciones del sistema Soul que puede haber en el mercado y casi siempre tiene un elemento común, querer cambiar más de la cuenta en la formula sin saber.

Un combate desbalanceado

Dark Souls tiene un sistema simple, sin rarezas ni nada por el estilo, simplemente diferentes tipos de armas y armaduras que se regulan según el peso y sus estadísticas. Esta simpleza tiene defectos, evidentemente, al final acabamos usando armas muy parecidas pero cada una tiene su forma de jugar. Los que intentan modificar esta regla, como le sucede a The Last Oricru, llegan al punto donde un arma a dos manos es más rápida que una a una mano y hace más daño porque tiene una rareza diferente y no están bien balanceadas las armas. Otro ejemplo de esto es Lords of the Fallen, al que le pasaba lo mismo, una descompensación enorme entre las armas que hace el juego mucho más difícil. Siendo la excepción la serie Nioh que a pesar de tener rarezas sus armas están bien compensadas y su loot permite encontrar bastante rápido una mejor.

Pero no solo de armas y armaduras va la cosa, en los enemigos también hay un desbalance grave. Hay varios tipos de enemigos entre las 3 facciones que dominan el mundo donde sucede la acción, cada una de las facciones tiene un estilo propio. Este no es el problema, de hecho está bien, el problema se desata cuando llevamos unas horas de juego. De inicio tenemos contacto con dos facciones cuyos soldados se nos hacen igualmente difíciles, sin embargo cuando encontramos a la tercera facción esto salta por los aires dejando enemigos con un daño excesivo que no somos capaces de mitigar hasta más avanzado el juego. Aunque tampoco nos podemos olvidar de los caminos “bloqueados”, en algunas zonas los caminos serán intransitables hasta que encontremos a algún NPC o lo desbloqueemos con alguna misión, generalmente rocas, escombros o puertas, pero hay una excepción unos soldados con ballestas de repetición que atraviesan escudos y te matan de dos tiros, siempre de advertencia.

Los combates contra jefes no arreglan nada siendo, además, bastante monótonos y poco diferenciables de los enemigos normales. Hay algunos combates que si cambian y tienen mecánicas especiales, combates que seguramente no estén testeados o probados anteriormente porque son de los más incómodos y molestos, que no difíciles. Como siempre en este tipo de juegos, después de derrotar enemigos tenemos un recurso que gastar en mejorar al personaje, siendo en The Last Oricru un lío puesto que no se señala bien en algunas armas el escalado. Además, el propio juego se centra en señalar que te va a faltar daño si no te subes estadísticas de daño, durante todo el juego, una y otra vez, las 20h más o menos que nos ha durado. No hay manera de resetearlos, aunque hay anillos con una mecánica curiosa, que intercambian puntos de estadísticas. Estos parches sirven para paliar un fallo enorme en el juego, la falta de reseteo de puntos y lo corto que es el título, donde no da tiempo a subir demasiados niveles -nosotros lo acabamos sobre el nivel 36-38-.

Muchos extremos y un protagonista prepotente

The Last Oricru cuenta con una historia que desde el inicio no da más de sí, ni siquiera por la propia historia, si no por la forma en la que los personajes la desarrollan. El cómo están construidos los personajes principales y el protagonista hace que la historia vaya sobre raíles hasta alcanzar un cruce de dos caminos, donde tomamos una decisión y seguimos hacía delante.

Los personajes principales, los que van a mover la historia, la mayoría de las veces van a pedirte que mates a alguien. Esto puede ocurrir y ocurrirá a los 5 minutos de haber conocido a cualquiera de los dos, sin contexto, como si te encuentras a alguien por la calle y le pides que mate al que está cruzando enfrente, y por supuesto enfadarte si te dice que no. Sin embargo, da igual la decisión que tomes, lo más probable es que no tenga el devenir que creías, las respuestas a las decisiones son tan planas que estamos tirando dados para ver cómo se desarrolla la historia.

El protagonista, nuestro personaje, es cuanto menos...molesto -jartible, que se dice en andaluz-. Es un personaje con respuesta para todo, con capacidad para ser el último en llegar y el primero en abrir la boca. Y teniendo amnesia.

Hasta aquí todo podría ser un intento pobre de usar la formula Souls, sin mucho éxito y con una narrativa que lo diferencie del resto. Sin embargo, más allá sigue habiendo fallos de estructura y de un título con falta de tiempo de cocción.

Técnicamente flojo

Si nos paramos en los gráficos, The Last Oricru está dos generaciones por detrás. La falta de pulido en muchas de las texturas, las animaciones básicas, los diseños, todo nos hace recordar títulos antiguos de PS3. Lo que choca es el contraste, hay sitios que a pesar de no tener los mejores gráficos si se notan más pulidos, diseños de armaduras y armas y las animaciones de algunos enemigos hacen pensar que al título podía faltarle bastante tiempo para quitarse la ortopedia propia de generaciones pasadas.

En cuanto al rendimiento The Last Oricru no es mejor de lo que ya hemos detallado en sus apartados anteriores. El título está lleno de bugs de todos los colores y sabores, desde visuales a jugables, desde antorchas que parecen salidas del Minecraft a quedarnos atascados debajo de un Jefe sin poder movernos y recibir golpes gratuitos, pasando por saqueos de cofres y misiones que no dan recompensas. Una colección que a pesar de todo no nos ha atascado en ningún momento de la aventura, aunque podría ser por pura suerte.

En definitiva...

En The Last Oricru no hay donde agarrarse, todo deja que desear, centrarte en la historia es ver muros de texto de nuestro protagonista siendo prepotente y de los demás pidiendo muertes como si fueran la Reina de Alicia en el País de las Maravillas. El sistema de combate y de evolución del personaje son caóticos y están desbalanceados. Gráficamente está varias generaciones por detrás y con una cantidad de fallos y bugs que roza lo imposible. Una formula mal aplicada, donde la falta de tiempo, tanto de desarrollo como de juego, hace que su potencial quede en tierra yerma.