Los alocados Saints regresan con una edición remasterizada de la tercera entrega de la saga que protagonizan. De la mano de Volition y Deep Silver, Saints Row The Third Remaster ya está disponible en PC y consolas PS4 y Xbox One. Lo hemos estado jugando para traeros un análisis de esta nueva versión, que llega con mejoras en su apartado gráfico pero se queda algo corta a la hora de ofrecer nuevas propuestas y algo realmente distintivo respecto a la versión original de 2011. Os lo contamos todo con detalle a continuación.
Saints Row es una saga tipo sandbox muy similar a Grand Theft Auto pero que aun así conserva su propia personalidad y estilo al ser mucho menos realista y por ello más alocada y desenfadada en su propuesta. Esta idea queda clara desde que empezamos el juego, cuando unos créditos estilo Star Wars ruedan por la pantalla con la mítica música de Odisea en el espacio de fondo (la obra dispone de otras muchas referencias a diversos productos de la cultura popular). Lo que nos detalla esos créditos iniciales es la historia del grupo que lideramos, quienes empezaron siendo una insignificante banda callejera que se convirtió en todo un imperio mediático tras conquistar Stilwater.
Con la impunidad que los rodea, los Saints realizan una serie de robos, asaltos y actos de vandalismo y los ciudadanos les aplauden y los tratan como héroes. Podemos comprobarlo tan solo al arrancar The Third, cuando la banda protagoniza un nuevo golpe en el que roban al tipo equivocado. Este se presenta como el líder de una misteriosa organización conocida como The Syndicate y, tras una huida algo aparatosa (pero espectacular, digna de una gran película de acción), ambos bandos empiezan una guerra que durará a lo largo de todo el juego que nos ocupa. En general, no viviremos una historia profunda y compleja pero sí que funciona bien como contexto en el caótico mundo que se presenta para ser explorado al detalle.
Acompañando al protagonista regresan diversas caras conocidas como Shaundi, Johnny Gat y Pierce Washington y se unen algunos como Kinzie Kensington, Zimos y Oleg Kirrlov (Yeti) entre otros. Cada uno de ellos tiene una personalidad distintiva y una forma diferente de encajar las bromas y sarcasmo constante del protagonista. En cuanto a este (o esta), lo/a podemos diseñar a nuestro gusto desde cero en un completo editor de personajes en el que nos presentan ideas como un traje de perrito caliente, la posibilidad de tornar nuestra piel de color azul o verde, el poder seleccionar una serie de gestos obscenos para burlarnos de nuestros enemigos y demás ideas algo alocadas.
Una vez que empecemos nuestra aventura podemos recorrer a voluntad la ciudad en la que tiene lugar el título. Como en otros sandbox, podemos acceder a tiendas de ropa, de armas y demás locales y cuando avancemos lo suficiente también podremos adquirirlos para expandir todavía más nuestro imperio, además de contratar a nuevos miembros para la banda de los Saints. Ya sea libremente o a través de una serie de misiones secundarias o principales, podemos explorar un mundo abierto completamente desbloqueado desde el principio. Aun así, no alcanza un nivel de detalle tan elevado como sí ostentan otros títulos del mismo corte.
El abanico de misiones principales que se nos presenta es variado y difícilmente nos aburriremos al realizarlas. Lo que sí nos puede resultar molesto es morir en repetidas ocasiones y tener que repetir dichas tareas debido a un gunplay poco preciso y unas mecánicas de movimiento algo ortopédicas. Una vez que le cogemos el truco nos podemos manejar bien y disfrutar, pero creemos que de cara a la realización de este remaster se podían haber pulido mejor estos controles en lugar de limitar los cambios al apartado gráfico.
Por otro lado, en lo que a conducción se refiere es un poco más de lo mismo. El control al llevar los distintos tipos de vehículos (coches, motos, lanchas acuáticas, helicópteros, tanques, etc.) se siente algo robusto pero el sistema del propio juego te recompensa por conducir de forma caótica. Con ello nos referimos a que obtendremos puntos de “respeto” (con los que incrementar nuestro nivel como jugadores) al ir por el carril contrario en la carretera, atropellar viandantes y demás.
En cuanto a las tareas secundarias, encontramos actividades variadas como “Apocalipsis Genki”. Se basa en superar a una oleada de enemigos, en un tiempo determinado, localizados en una zona con trampas como tiburones, barreras de rayos y lanzallamas. Ganaremos puntos extra por disparar en lugares concretos como en la cabeza o en la entrepierna y podremos conseguir una mejor puntación si golpeamos carteles de Genki por el trayecto. Como esta hay varias actividades por el estilo y a pesar de parecernos originales las primeras veces, es posible que las sintamos algo repetitivas cuando llevamos ya varias rondas.
El modo horda regresa en esta entrega remasterizada. Cuenta con tres mapas principales (Isla de Zombies, Casino ángel y Daedalus) y nos permite enfrentarnos a decenas de enemigos variados como “chicas de compañía”, bebidas energéticas gigantes y signos de interrogación llevando ametralladoras y otros tipos de armas todavía más potentes. Todo ello supone una mezcla repleta de originalidad que nos propone un modo divertido y ameno para disfrutar de partidas ágiles cuando queramos. Podemos entrar a jugar en solitario, en modo cooperativo o bien a través del online, algo que se extiende a la campaña, la cual puede ser disfrutada de principio a fin con la ayuda de un amigo o amiga.
Gráficamente es dónde más cambio vemos en esta edición remasterizada. En concreto, es el apartado de la iluminación el que más destaca. Donde en el original teníamos una luz algo blanquecina y unos escenarios con poca distancia de dibujado, en esta revisión disponemos de atardeceres cálidos y neones nocturnos brillantes y llamativos. Los personajes siguen siendo caricaturescos y sus diseños no están del todo logrados, pero recordemos que se trata de un título de la anterior generación, que aterrizó en 2011.
En lo que a apartado técnico se refiere seguimos encontrando algunos bugs y problemas leves que se suman al control poco fluido que ya hemos mencionado. Desde Volition podrían haber puesto algo más de empeño en presentar una nueva versión del título mucho más pulida y adaptada a la generación actual de forma más precisa, pero lo que encontramos es una “enhanced edition” (es decir, una edición mejorada) que cumple su papel pero no se distingue demasiado del original más allá de por un apartado gráfico renovado.
Su apartado sonoro mantiene la calidad que ya tuvo el original al traer un plantel de voces en inglés creíbles y con personalidad, además de una banda sonora compuesta por diversas pistas que se adaptan a los ritmos de cada situación y una serie de radios que nos traen temas reales de la época como el conocido “Yo no quiero agua…yo quiero bebida” de Pitbull. Con ello dispondremos de un viaje auditivo al pasado que nos hará sentir una pizca de nostalgia al mismo tiempo que nos invita a pisar más a fondo el acelerador.
Saints Row The Third Remaster es una versión que no innova demasiado respecto al original. Presenta un apartado gráfico renovado con una iluminación muy cuidada, pero más allá de esto sigue arrastrando diversos problemas técnicos y un sistema de control algo ortopédico que ya tenía en su momento. Aun así, resulta un título divertido y desenfadado que podemos disfrutar en solitario o bien acompañados de alguna amistad mediante el modo cooperativo que viene integrado.
A pesar de no destacar por encima de otros sandbox similares, Saints Row sigue conservando su chispa de locura y una marcada personalidad propia. Un par de ingredientes que, sumados a un plantel de personajes carismático y multitud de opciones jugables, lo convierten en una opción más que recomendable para todos aquellos usuarios que todavía no lo hayan jugado.
*Este análisis se ha realizado en PS4 gracias a un código de review proporcionado por Koch Media.