La capital de la República Tunecina tiene la medina más auténtica de los países del norte de África. Nos perdemos con Hanem, española y tunecina, por las estrechas calles de la ciudad de Túnez, husmeando entre sus tiendas hasta perder la noción del tiempo. Nelson Rojas, un ojeador de fútbol argentino afincado en Túnez, nos muestra los restos de lo que fuera la ciudad de Cartago que compitió en su día, con griegos y romanos, por el control del Mediterráneo. A quince minutos de la capital, mirando al mar y encaramado a un acantilado, se levanta Sidi Bou Said, un antiguo pueblo de pescadores que, por su belleza, se ha convertido en el lugar escogido por los artistas locales para inspirarse.

Pero lo más auténtico de Túnez es el desierto. George Lucas escogió sus dunas para construir el mundo en la saga de Stars Wars. Nosotros visitamos el set de grabación que levantó el director acompañados por Iskander, un tunecino que participó en el rodaje la película. Cruzamos en todoterreno el lago salado de Chott el Djerid, hasta llegar al desierto del Sáhara donde dormimos en una tienda de campaña en mitad de las dunas y somos testigos de una fuerte tormenta nocturna. Algo sorprendente ya que, según los lugareños, llevaba un año sin llover. Terminamos nuestro viaje en la Isla de Djerba. Con David Venegas, el único español de la isla, recorremos sus playas kilométricas y el barrio judío y su sinagoga, porque aunque Túnez es un estado islámico, la Constitución de 1959 garantiza la libertad religiosa.

En la capital de Túnez es imprescindible visitar la Medina a primera hora de la mañana y entrar en la mezquita Zitouna fundada en el siglo XIII. Piérdete por sus calles y descubre los zocos: el de las joyas, el textil, el de los perfumeros y el de los artesanos que elaboran las "cechias" (gorro tunecino). Pasea por la avenida Habib Burguiba y visita el mercado central. A 18 kilómetros de la capital está Sidi Bou Said, famoso pueblo azul y blanco con vistas al mar Mediterráneo. Alquila una bicicleta y recorre las antiguas ruinas de la ciudad de Cartago, Patrimonio de la Humanidad desde 1979. En la costa, a una hora en coche desde la capital, está Hammamet, la ciudad de vacaciones preferida por los tunecinos y turistas. Si quieres desconectar coge un vuelo y viaja a Djerba, la mayor isla al norte de África de clima cálido. En el sur del país está Tozeur, la puerta del desierto: con su inmenso palmeral, los oasis de montaña y sus cascadas (Chebika, Midés, Tamerza), ralley en 4x4 hasta los decorados de “Star Wars” en Ong Ejmel, cruza el lago salado de Chott El Djerid hasta llegar a Douz y atraviesa en quad las dunas del Sahara.

Los taxis en Túnez son baratos y seguros. Lo más aconsejable es pactar el precio de antemano y llevar siempre dinero en efectivo. Los vuelos a Djerba y a Tozeur son baratos, pero ármate de paciencia porque siempre tienen algo de retraso. Para viajar por el país contrata un coche 4x4 con conductor por días, con precio cerrado.

La comida en Túnez es muy variada y mediterránea. Prueba un buen cuscús tunecino (de pollo o cordero). En la capital, pasea por los puestos de comida del mercado central y degusta los quesos tunecinos o las aceitunas con harisa, merienda un bambaloni (churro con forma de donunt) y un té con hierbabuena y piñones en una terraza con vistas al mar en Sidi Bou Said. Imprescindible, las especialidades del desierto: el estofado de carne de camello o el pan cocinado en la arena, sobre las brasas de la hoguera. Buenísimo.

En Hammamet se encuentra la mayor concentración hotelera del país. La costa de Djerba está plagada de hoteles en régimen de todo incluido. Dormir en un campamento en el desierto del Sahara es una de las mejores experiencias del viaje a Túnez. Por 30 euros uno puede alojarse en un campamento en mitad de las dunas, con pensión completa y disfrutar de una magnífica noche estrellada y un amanecer de película.