¿Desde cuándo eres ciego?
Desde los 8 años. Con un año y pico perdí la vista de un ojo debido a una enfermedad y a los 8 perdí la visión del ojo derecho. Recuerdo perfectamente el día en el que gané la ceguera. Estaba jugando en casa como siempre, los médicos les habían dicho a mis padres que no podía moverme muy deprisa ni hacer movimientos bruscos. Un día, corriendo en casa con mi hermano, mi madre me regañó y me obligó a tumbarme. Cuando me levanté a los cinco segundos ya no veía nada.
¿Tu madre cómo lo vivió?
Mi madre es una mujer muy fuerte. Ella seguía diciéndome todo el tiempo que era ciego pero que seguía siendo la misma persona, que no me podía quedar sentado esperando que me hicieran las cosas.
¿Por qué decidiste dedicarte a ser deportista de élite?
No fue una decisión consciente de un día iluminado. Fue más bien que la piscina era el único sitio donde nadie me decía que tuviera cuidado porque me iba a chocar. Fue poco a poco.
¿Por qué no llevas gafas de sol?
Porque mi madre me dijo que nunca me tapara los ojos y porque no creo que ponerme unas gafas vaya a cambiar la situación. A quién no le gusten mis ojos que no mire. Creo que unos ojos no cambian lo que hay detrás.
En el 2007 te dedicas a prepararte para las olimpiadas de Pekín. Fueron tu consagración. ¿Qué hiciste de especial ese año para ganar las dos medallas?
Principalmente dejé atrás dos cosas. Primero, dejé de buscar el reconocimiento de los demás y quise aportar algo con lo que hacía, con lo que pasase en Pekín. Y segundo, dejé de esperar a que viniese alguien a salvarme, alguien a darme las soluciones. Busqué yo las soluciones y aprendí a no enfadarme si me chocaba con una farola. Cuando me levantaba por las mañanas controlaba lo que pensaba porque hay que intentar cambiar el lenguaje mental, el físico, las relaciones con la gente.
Cómo te hablas a ti mismo es importante, ¿no?
Es vital. Mensajes contradictorios vas a recibir todos los días, pero si tú no tienes un lenguaje para ti, ten por seguro que otro lo va a tener. Tú tienes que formarte un mensaje más convincente que lo que oyes fuera, porque de no ser así, entrará el de fuera.
¿Cómo entrena un ciego nadando?
Entrenamos igual que cualquier otro nadador, la única diferencia es que el entrenador no tiene que avisar antes de llegar a la pared con un palo porque no lo oyes debajo del agua.
Te pones a entrenar como una bestia de cara a las siguientes olimpiadas, ¿no?
Primero me preparé para un mundial en Brasil y conseguí ganar. Al salir del agua pensé: “Este mierda funciona”. Y ahí me di cuenta de que para los juegos de Pekín tenía que cambiarme a mí mismo como persona. Generalmente queremos conseguir cosas sin pensar en qué persona te tienes que convertir para conseguirlas. Si alguien tiene alguna duda puede ver tu personaje televisivo.
Justo antes de salir a la piscina, estáis todos los nadadores en la cámara de salida. ¿Qué ocurre ahí?
Nos meten 20 minutos antes de salir en esa cámara de salida, sin poder hablar, está prohibido que nadie de fuera te hable, está todo el mundo en silencio. Esos minutos pueden ser los que te hagan perder la prueba porque creas muchos fantasmas y te quedas sin fuerza para hacer la prueba. Las medallas son objetos, las tienes en tu cajón y no las vuelves a sacar. Al volver a España yo pensaba que era un gran campeón, estaba en mi derecho, pero tres semanas después en un cole un niño me preguntó si cambiaría mis medallas por volver a ver. Me costó responderle. Empecé a ver lo que habían sido esos dos años. Si no me hubiera quedado ciego no hubiera aprendido a nada, no hubiera viajado a todos esos sitios que he viajado o no hubiera conocido a toda la gente que he conocido. Quedarme ciego ha sido la excusa para superar la situación actual e intentar mejorar como persona.
¿Y si hoy te ofreciese recuperar la vista tras haber vivido lo que has vivido?
Me costaría porque estoy ahora mismo muy bien. No hay ningún momento en el que dijera que me encantaría ver. Hay cosas que me gustaría ver como el cine, pero en mi vida diaria me considero una persona muy afortunada. La ceguera ha sido uno de los mejores dones que me ha tocado.
La experiencia de Pekín, ¿te afectó de manera negativa en tu rendimiento, en tu evolución?
Posteriormente me hizo perder la perspectiva porque cometí un error muy grave porque no me centré en el resultado, me centré en hacer bien la tarea. Pero para Londres sí busqué el resultado porque tenía que volver a ganarlo, no podía hacer menos.
¿Cómo puede ser un fracaso conseguir dos platas y un bronce?
Fue un fracaso porque no fui fiel a mí mismo. Hasta el 2010 competía como me daba la gana. Pekín salió bien porque me convertí en quién quería ser y fui fiel a esa persona, en Londres no. Eso para mí es un fracaso, no vivir tu vida es un fracaso.
¿Dejaste la natación entonces? ¿Por qué?
Sí, porque estaba aburrido.
Yo pensaba que habías tirado la toalla porque no conseguiste las cuatro medallas.
No fue tirar la toalla. Si tú no estás satisfecho de lo que estás haciendo en ese ámbito, ¿para qué vas a volver a buscar resultados? A mí ya no me estimula nadar y no estaba cumpliendo mi principal objetivo con la natación: ayudar a la gente de alguna manera a que puedan cambiar algo en sus vidas.
¿Tienes novia?
Ahora no
¿Pero has tenido?
Claro
¿Qué tal la relación cuando eres deportista de élite?
Mal, se podría compaginar si tuviese muchos más millones. Pero al ser un deporte minoritario se compagina mal.
Eso deja en mal lugar a las mujeres…
No, pero creo que la vida de un deportista de élite requiere un sacrificio por las dos partes. Generalmente lo saben al principio pero la gente lo soporta mejor cuando hay unos cuantos millones encima de la mesa, como todo en esta vida. La gente aguanta trabajo que les daña la vida porque están cobrando una pasta.
¿Tú no has ganado una pasta enorme?
No, las últimas medallas de Londres se cobraban a 10.000 euros para los paralímpicos. Si fueras Olímpico unos 94.000 euros. Sólo digo una cosa; ¿Cuántos discapacitados tenemos en altos puestos laborales? Ahí lo dejo…