Risto: ¿Has conocido a los asesinos de tu marido?
Rosa: Sé quién son. No les conozco personalmente.
Risto: ¿Dónde están?
Rosa: El jefe del comando, Carmona, está en una cárcel de Asturias. Hay una chica que está en la cárcel pero no sé dónde. Su marido, que disparó directamente a mi marido, murió un año después en un enfrentamiento contra la Ertzaintza.
Risto: A Carmona, ¿cuánto le queda?
Rosa: Poco. En cualquier momento, podrían darle la libertad.
Risto: ¿Estás preparada para ese momento?
Rosa: Sí. Esto muy preparada. Estoy lo vivo desde hace muchos años. Bilbao es una ciudad pequeña y nos conocemos todos. Llevamos años viendo expresos de ETA que salen y montan sus negocios. Convivimos con ellas. Aquí se convive no tienes salida.
Risto: Me parece alucinante la entereza con la que tú hablas de ellos incluso de su libertad. Si fuera yo, iría a por ellos. Yo me convertiría en delincuente si alguien mata a un ser quiero mío.
Rosa: No sabes nunca lo que vas a hacer hasta que te tocan las cosas. Mi marido estaba convencido de sus ideas y siempre dijo que si tuviera odio no hubiera conseguido lo que hizo. Él lucha por una Euskadi. Con odio no podemos vivir, lo que hacemos es matarnos poco a poco. Recuerdo todo lo que he hablado con él y tengo que responder como a él le habría gustado.