Sandro Rosell pasó de ser presidente del FC Barcelona a cumplir condena en la cárcel de Soto del Real, donde pasó 645 días en prisión preventiva, siendo el récord absoluto para un delito fiscal, después la Audiencia Nacional lo absolvió, pero ni perdona ni olvida a la juez que le denegó hasta 13 veces la libertad condicional.
Y ahora ha querido hablar de cómo vivió esto desde el momento en el que le detuvieron, ese día llevaba de un Viaje de trabajo de China, el cambio de horarios no le dejaban dormir y mientras a las 6 de la mañana hacía bicicleta en su casa se enteró de todo: “A las 7 de la mañana veo follón en la puerta y veo 200 periodistas y un amigo me manda un mensaje de que decían en la tele que me habían detenido”
“Vienen muchísimos policías, 20 o 30, con una orden judicial, para detenerme por unos casos de una empresa mía de hace 12 años en Brasil y yo alucino. Nos llevan al cuartelillo y de ahí para Madrid”, explica el expresidente del FC Barcelona.
Además, cuenta una de las cosas que vivió en el registro de su casa y es que asegura que “sacan dinero de un sobre” de un abrigo, en total 5000 euros: “Les digo que no es mío, lo extienden, lo graban y la noticia fue que me habían encontrado ingentes cantidades de dinero. Al policía le digo que el dinero me lo ha puesto alguien de los que estaban ahí”.
“Lo luché porque me pusieron dinero todo nuevo, dije que íbamos a estudiar de dónde venía el dinero. Eran billetes nuevos, correlativos, 5.000 euros en billetes de 100 y lo usaron como para echarle leña al fuego”, explica, pero aquí ya sabía que algo serio estaba pasando: “Enseguida pensé que pintaba mal, que había una persecución seria”.
Sandro relata a Risto cómo vivió entre rejas: “La cárcel es gris y un poco rancia, pero a la vez descubres mucha humanidad, es un contraste constante de emociones, de colores, de tristezas, de risas incluso. Yo siempre he intentado ser muy cerebral, yo no recordaba haber llorado en toda mi vida y allí lloré varias veces y a moco tendido, después me encontraba mejor”.
Asegura que había días que estabas hundido en la miseria y días que la cosa mejoraba, pero los sentimientos van que vuelan allí, que podía ver dos veces al mes a su familia y que primaba poder tener estos encuentros a los íntimos que le correspondían. Y, además, cuenta cómo se vivían el sexo y las relaciones entre los hombres dentro de la cárcel.
También cuenta cómo existían diferentes clases en la cárcel y cómo diferenciaba esto a unos presos de otros: “Las hay, los que tienen los cien euros a la semana y los que no. Te los tiene que poner la familia para gastarlo en el economato, con esto compras tabaco que es la moneda de cambio, yo no fumo, pero lo compras para intercambiarlo. Si tienes el dinero que te tiene que poner tu familia para tener tele o no en la celda. Hay clases, como en todos los sitios”.
Y responde a si dentro se protegió de alguna forma: “No, me amenazaron un par de veces, pero enseguida los compañeros salieron en defensa de mí. Me amenazaron por ser presidente del Barça y otro por ser catalán. Me pasó una vez en Madrid y otra en Barcelona, pero las dos me protegieron sin que lo pidiera”