Miguel se convertía en el cuarto anfitrión de la semana y prepara un menú “muy gitano”. “Pero ante todo extremeño porque no todos los gitanos comemos igual”, aseguraba. Los platos destacaban, sobre todo, por su abundancia. Ensalada, bacalao y flan fueron sus platos. En plena preparación, apareció su tía, La Faraona, que le quiso dar unos consejos y controlar todo lo que estaba haciendo.