El entrante de Gloria tiene por nombre ‘Buñuelos de los ángeles’ y son unas albóndigas de bacalao, receta de su abuela Ángeles, de ahí el nombre. Su plato principal, ‘Calimocho Pig’, desconcertó por el nombre, pero cuando Gloria dio la pertinente explicación todo tomó sentido: “Son unas carrilleras de cerdo al vino tinto, con sofrito de cebolla y manzana”. Cerraba el menú el postre, ‘Endúlzame la vida, baby’, que es lo que viene a ser un flan. ¿Conquistará a sus invitados con estos platos?

Luis y Beatriz han ido a escudriñar en la habitación de Gloria y se han encontrado con algo muy inesperado: una pitón y un caimán en formol. Flipando y sin saber qué hacía eso ahí han seguido investigando y se han topado con un gran número de pelucas de colores y otros mil accesorios, que sin dudarlo, se han puesto. Ya en la mesa han querido saber qué hay detrás de todo eso y se han encontrado con un mensaje motivacional de Gloria muy inesperado…

El postre de Gloria, ‘Endúlzame la vida, baby’, era un flan de vainilla y huevo dos modalidades: con y sin café. Hasta aquí todo perfecto. El problema surgió con las gindas –hechas por la madre de la anfitriona– que traían una sorpresa inesperada: exceso de alcohol. Las caras de los invitados al probarlas fueron un poema total, pero a Gloria le importó muy, muy poco: “¡Que se jod**!”.

La siguiente anfitriona será Sarah y su cena romperá el buen rollo aparente que hemos visto hasta el momento. De las críticas de sus platos con argumentos tales como “sabe a gusano” o “podría vomitar sobre el plato” pasaremos a preguntas incómodas del tipo ‘¿Quién es el más estratega?’. Ingredientes suficientes como para que la cordialidad salte por los aires.