Las tormentas solares son una realidad. El Sol tiene ciclos de más y menos actividad y ahora estamos en un periodo de crecimiento que culminará en 2025. En el año 1859 la Tierra sufrió la mayor tormenta solar jamás registrada, que llegó a interrumpir las comunicaciones telegráficas. En España se pudieron ver auroras boreales en lugares como las Baleares y Madrid, según recogieron los periódicos de la época.
Caníbal es la tormenta solar que se nos viene encima. Luis Quevedo, divulgador científico, ha explicado en ‘Todo es mentira’ si tenemos que preocuparnos y si realmente el tan temido apagón eléctrico puede llegar a producirse por esta razón.
Quevedo ha explicado que ahora nos sentimos más amenazados que en el pasado no porque el Sol haya cambiado y se registren tormentas más fuertes, sino porque nuestra vida cada vez depende más de la tecnología. Ha aclarado que es muy difícil que en superficie sintamos los efectos de la tormenta solar, pero que los que sí se verían afectados serían los satélites y todo lo que esté en órbita. En esos casos podrían fallar o incluso estropearse, pero evitarlo tiene una solución fácil: apagarlos en el momento oportuno.
Otras posibles consecuencias de la tormenta solar serían que fallen las señales de GPS, las telecomunicaciones por satélite (pero solo durante la tormenta, no es algo que dure más allá) o que haya interferencias en las radios de los aviones. “Si no fuera muy gorda no nos tendríamos que preocupar aquí en superficie”, aclara.
A pesar de todo, el experto opina que deberíamos “estar preparados”. Por ejemplo, protegiendo los generadores eléctricos.