Las noches de Carnaval suelen ser más mágicas a la hora de encontrar el amor, pero si de primeras tu cita no te ha gustado, la cosa se complica y todo puede suceder. Miguel Ángel y Xelo lo han intentado, pero más allá de hablar de Dios y bailar techno no han ido. Algo muy parecido a lo que les ha pasado a Juan y Alfonso en ‘First Dates’.
Miguel Ángel ha saludado a Carlos Sobera con tanta fuerza que casi le rompe la mano, pero ha sido de la emoción. El soltero no se ve un hombre feo, pero sí un tipo con un buen corazón. Le ha contado al presentador de ‘First Dates’ que en este momento de su vida se dedica a navegar por el mundo y que forma parte del mayor club náutico. En el amor no le ha ido mal, pero a su edad ya la cosa se complica.
El soltero ha querido tener un detallito con su cita y le ha traído un recuerdo de Denia, el lugar en el que está actualmente viviendo “allí tengo un par de barquitos”. No ha querido presumir, pero nos ha contado que él sí ha hecho el amor “en la proa y en la popa”. En el amor, es muy romántico “he escrito poesías y a las chicas se les caían las lágrimas, he sido muy poema”. Carlos Sobera ha querido que se lo demostrara “quiero navegar cada día en tu corazón”. Sabe que tiene algo en la mirada muy especial “he mirado a chicas y les han temblado hasta las piernas”.
Xelo, su cita, se ha definido como “una hembraca” muy femenina. Le apasiona el mar y ha flipado al saber que su cita venía de Denia porque ella nació en Alcoy. El presentador le ha entregado el posavasos que Miguel Ángel había escrito para ella, pero no se había traído las gafas y le ha pedido que fuera él quién lo leyera. Sobera se ha puesto manos a la obra, pero ha tenido que hacer algún parón porque tampoco lo veía o lo entendía bien.
Al verse, ninguno de los dos han sentido lo que esperaban y Xelo ha sido muy clara “yo navegaría con él, pero si intenta acorralarme lo tiraría por la borda, no hay atracción”. Xelo ha querido saber si su cita siempre había llevado el pelo largo y él le ha explicado que siempre lo había tenido rapado, pero que se descubrió un rizo y se arriesgó. Xelo lo ha visto como un poltergeist “lo tenía liso y de un día para otro”. Él le ha explicado que no lo tenía rizado porque se lo pedí a Dios.
Miguel Ángel le ha dicho que era muy creyente “voy a la iglesia y lloro”. Ella le ha dicho que, para ella, Dios estaba en la Estrella Polar o en la luna, y no entendía que él fuera a la iglesia. De hecho, cuando nos ha contado, entre lágrimas, cuando fue la última vez que sintió a Dios “Iba por el paseo marítimo y dije ‘Dios, por qué me quieres tanto”. No sabe los motivos, pero sí que a él le pasan cosas que nadie cree y que no debería contar a la ligera porque son temas muy místicos. De hecho, Xelo ha pensado que ya era mayorcito para creer ciertas tonterías.
Jugando al Rasca del Amor, les ha tocado contarse qué postura sexual les gustaba más y Xelo ha guardado silencio. Miguel Ángel le ha dicho que se la imaginaba colgada de la lámpara y él debajo, pero que, si tenía que elegir, se quedaba con la postura del caballo. Una postura que ella no había escuchado jamás en la vida.
Xelo se ha mostrado discreta, pero él ya se había venido arriba y le ha dicho que si le gustaba que le echaran natillas por el cuerpo porque a él, sí le gustaba. En el reservado, Miguel Ángel se iba a poner cómodo, pero ha comenzado a sonar la música y Xelo se ha vuelto loca. Los solteros lo han dado todo al ritmo de la música, ella baila en TikTok y él lleva toda la vida bailando techno “se me eriza el cuerpo”.
Xelo ha sentido que su cita tenía ritmo cero y que eso no era bailar, pero ha disfrutado del momento. Los dos han sido muy claros, tienen en común el baile y el mar, pero más allá de haber pasado un rato divertido, no han sentido nada el uno por el otro.