Carlos Sobera alucina al descubrir la edad que tiene Manuel: "¿Tú ves cómo estás?"

Manuel y Ana María se conocían en nuestro restaurante de 'First Dates', desde el primer momento había 'feeling' entre ellos y, es que, se daban cuenta de las muchas cosas que tienen en común entre ellos.

La cita de Ana María y Manuel

El soltero entraba en el restaurante, donde se encontraba con Carlos Sobera y este alucinaba al saber la edad que tiene: "Pero, ¿tú te ves cómo estás?". "Yo digo que tengo 72 años", confesaba Manuel, el que se describía: "Me gusta hablar, quizás a veces demasiado. Me dedico a vivir la vida, soy deportista, me encanta viajar".

El que iba a tener una cita con Ana María, jubilada de 71 años, a la que le gusta el deporte: "Me gusta nadar y navegar. Hacer bicicleta y moverme en general". Que tiene claro que le gustan los hombres "activos" como ella.

En sus primeros momentos de cita, ambos se daban cuenta de que "podían encajar" y tenían una buena impresión el uno del otro. La que se palpaba durante toda la cena en el restaurante del amor, a medida que hablaban de sus aficiones y lo que buscan en la vida.

"Yo buscaba una chica, pero creo que ya la tengo delante de mí. Lo que veo me gusta y eso es un paso importante, pero esto no es cosa de uno, es cosa de dos", le decía él a su cita, lo que le gustaba a Ana María, que también confesaba estar contenta de haberle conocido: "Me parece una persona muy animada, con ganas de vivir y con ganas de viajar, me parece estupendo".

Ambos podían compartir un rato a solas en el reservado de nuestro restaurante, donde no faltaba el acercamiento. "Dale a tu cita un beso con mordisco", leía Manuel de la tarjeta que les había tocado, lo que no dudaba en hacer y ella reaccionaba: "Ha estado bien, me ha gustado". Y terminaban besándose, aunque él afirmaba "haberle sabido a poco".

La decisión final

Manuel, al final de su cita decidía invitarle a la cena y llegaba el momento de tomar la decisión final, la que ambos tenían muy clara. "Por mi que no quede, tendría más citas", entonaba él, lo que ella también quería: "Me gustaría conocerle más". Y se marchaban del restaurante con beso incluido: "Nos vamos a descubrir el mundo".