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El baile aleja a dos solteros de 'First Dates': "Yo solo bailo en bodas, bautizos y comuniones"

Ni las aficiones ni la cercanía ni una buena conversación, la cita de Manuel y Encarna es un claro ejemplo de que, en ocasiones, si no salta la chispa entre dos solteros de ‘First Dates’, no sirve de nada que tengan un montón de cosas en común. En este caso, el baile ha sido simplemente una excusa.

A Manuel no le gusta que le digan lo que tiene que decir o pensar, no soporta las modas y hace lo que le apetece, cuando le apetece. En el amor se considera un tipo normal y asegura que le ha ido muy bien: “He tenido bastantes parejas y buenas”. Le gustaría que su cita en ‘First Dates’ fuera una chica “normalita, igual que yo”. Eso sí, le gustaría que compartiera su afición por la montaña y que, como él, tuviera mucho tiempo libre. Bueno y puestos a pedir “que no le guste bailar, yo tengo dos pies izquierdos”.

Encarna, su cita, jamás ha sido insegura en el trabajo, pero en el amor… “sí”. Le gustaría enamorarse y volver a tener la ilusión de sentir algo por otra persona. Cuando la ha visto Manuel ha sentido que era una persona muy interesante y le ha gustado saber que los dos eran de la zona de Valencia. Ella, sin embargo, al verle, no ha sentido nada “sinceramente”. Encarna le ha dicho que estaba jubilada: “Soy muy mayor, ya llevo jubilada dos años”.

Manuel ya no da importancia al sexo: “El día tiene muchas horas para discutir si no te llevas bien”

Manuel le ha explicado a Encarna que él era un tipo muy sencillo y que, a su edad, no buscaba tanto el sexo como la compañía. Ella lo ha entendido porque para ella tampoco es una prioridad: “El sexo es diez minutos y estirándolo, el resto son 23 horas y no te puedes cargar a una persona por el sexo”. También le ha confesado que hacía más de 30 años que no pisaba una discoteca, algo que ha sorprendido a su cita porque a ella, le encanta bailar.

Manuel: “Llevo más de treinta años sin pisar una discoteca”

El soltero no sabe bailar y es muy tímido. Encarna le ha contado que ella tampoco sabe bailar y que, aunque se había apuntado a clases, “no he aprendido”. Él va a clases de inglés y de pintura, cosas que a Encarna le han parecido más culturales que la bachata.

Jugando al Rasca del Amor, Encarna y Manuel han estado de acuerdo en que ambos buscaban una relación estable, pero sin agobios y sin aquello de “aquí te pillo, aquí te mato”. Para Encarna es muy importante tener confianza con su pareja y Manuel le ha dicho que también era importante tener aficiones en común: “Yo sólo bailo en bodas, bautizos y comuniones”.

Encarna no siente la chispa que esperaba en su cita: “No quiero repetir”

En el momento de la cuenta, Manuel se ha mostrado caballero y ha querido pagar la cuenta. Ella le ha dicho que no era necesario: “Me da lo mismo, Manolo”. Al soltero no le importaría tener una segunda cita con Encarna porque le ha parecido una persona muy agradable, pero Encarna le ha dicho que, aunque le parecía muy agradable y tenían cosas en común, “me ha faltado algo”. Los dos se han deseado lo mejor “nos lo merecemos” y se han despedido muy cordialmente.