Estefanía se ha definido como una persona inestable emocionalmente “soy una montaña rusa de emociones”. Laura Boado se ha enterado por sus tatuajes y ella le ha explicado que todos tenían un significado y le ha contado que se consideraba una “madre leona”. No está buscando un padre, pero siente que los chicos se asustan al saber que tiene un hijo. Le gustan los chicos que se cuiden, pero sin obsesiones y sobre todo, que sean muy cariñosos.
Alejandro, su cita, tiene imagen de tipo duro, pero “soy un cachito de pan”. Al verlos juntos, Matías ha sentido que eran “una pareja con mucha tinta”. La primera impresión de ambos ha sido muy buena y rápidamente se han puesto a hablar de sus trabajos, sus hobbies y de que ella era madre. A Alejandro no le asusta, pero sí ha sentido que iba a ser más complicado porque no le podía dar el 100%.
La cena ha comenzado hablando de motos y de la pasión de ambos por los animales. Estefanía ha ganado un montón de puntos al contarle que tenía una perrita y él le ha enseñado el tatuaje de su perrete, que murió en un accidente de tráfico.
En el amor, Alejandro le ha dicho que estaba buscando a una chica sincera y con buen corazón porque se había vuelto muy desconfiado. No descarta ser padre y le ha contado que su expareja también era madre. Estefanía ha sentido que los dos estaban en el mismo punto vital “lo hemos pasado mal y necesitamos a alguien que nos de vidilla”, pero una vidilla controlada porque los dos han coincidido en que no les gustaba salir en exceso.
Alejandro trabaja al lado de su casa y le ha dejado claro a Estefanía que la ciudad no le gustaba nada, algo que a ella le ha desilusionado porque es muy de ciudad. En el reservado, el soltero le ha confesado que era muy cariñoso, pero que tenía dos caras y que igual que podía ser un osito cariñoso tenía un lado salvaje “puedo ser un gremlin, muy pasional, muy activo, muy salvaje, una pantera”.