Ainhoa Arteta se he puesto frente a frente con su pasado y ha realizado la parte final de este viaje a su infancia con el corazón en la mano. La soprano ha mirado a los ojos de su padre y ha querido saber qué pensaba de ella y si la hubiera querido igual si no hubiera a ser la gran cantante que ha llegado a ser. Su padre tiene claro que él día que Ainhoa nació, nació una estrella, pero a ella le ha dolido que además de como artista, no la vea antes como una hija.
Él también ha querido saber cómo le veía ella y ambos han derrochado el amor y la admiración que se tienen mutuamente. Ainhoa tiene claro que no hubiera llegado tan algo sin el “tesón y la fortaleza” de su padre.
Arteta también se ha puesto cara a cara con el recuerdo de su madre, y nos ha hablado de su sonrisa, de su alegría, le ha pedido perdón por pagar las cosas con ella y sobre todo, le ha vuelto a procesar todo el amor que una hija puede tenerle “a la mejor madre que he podido tener”. Eso sí, Ainhoa no se despidió de su madre hace doce años cuando se marchó, ni piensa hacerlo nunca, ella siempre estará a su lado “te echo de menos cada segundo”.
El amor a veces se esconde tras el odio o está presente en una ausencia. El amor sabe de música y la música de amor, y Ainhoa Arteta ha crecido y sigue creciendo sobre los dos.