En Berlín, la tensión y una amenaza de abandono protagonizarán los últimos momentos del viaje. Emejota tiene que marcharse, pero no lo hará sin un último sobresalto tras una confesión inimaginable que terminará con lágrimas y un terrible disgusto para la pobre madre.
Sandro, por su parte, también tendrá su ración de drama. Ni el desayuno en la cama ni las carantoñas de sus pretendientes amainarán la tempestad que está por llegar. Ra no puede con la tensión de callarse su aventura con Vicente y terminará hablando. Una bomba que caerá como jarro de agua fría sobre el sevillano.
En Melilla, Diego vive en una indecisión constante. No es capaz de decidirse. Tan pronto adora a una de sus chicas como necesita a la otra. Un mar de dudas completamente desatado. Sus candidatas viven unos últimos días de infarto. La certeza de que todo se acaba y de que ninguna de las dos las tiene todas consigo provoca que muestren su peor cara, la más pérfida y maligna.
David, fiel a su carácter, entra en pánico al descubrir que su madre se marcha y que tendrá que tomar la decisión por sí mismo. Una crisis de ansiedad que sus aspirantes a amor perfecto achacan a que todavía no ha cortado los lazos que le unen indefectiblemente a su madre y que ya es hora de que desaparezcan. Al menos de forma tan sólida. Una queimada, con embrujos y contra-embrujos incluidos, puede hacer que la balanza se desequilibre.
Y en Aviñón, la madre de Rafa sufre en silencio, y no tanto, su inminente partida. Sabe que tiene que dejar a su hijo a solas con las dos finalistas pero le asusta las estratagemas que puedan lanzar contra él y atraparle para siempre.