Como Javi estaba todo el día haciendo ejercicio, sus chicas se aburrían. Ellas decidieron irse con la suegra a relajarse a un spa pero el soltero pudo evitarlo en el caso de Raquel. Al más puro estilo Titanic pasaron una agradable tarde en un barco.
Lo que no esperaba Javi es que después de emular a Leonardo Di Caprio Raquel se lanzara a besarle. Javi se quedaba descolocado y reflexionaba en voz alta: “Qué bien que me gustas, pero ahora me pongo a pensar lo otro y es que son unas dudas que te cagas”. Raquel quería saber el motivo porque ella ha sido la única que nunca le ha criticado: “Pues quizá esa es la duda, a lo mejor el problema es que estás siendo demasiado amiga”, le respondía Javi.
El día avanzaba y llegaba la temida hora de las expulsiones. Antes, Javi se mostraba desorientado y al borde de las lágrimas. Isabel le preguntaba qué quería de postre pero él dejó lado al chico duro y sacó al tierno: “quiero un abrazo de las tres”, decía y todas acudían raudas a satisfacer su deseo.
La decisión le costó un disgusto con su madre, pero tenía que tomarla igualmente. Reunía a todas sus chicas y les decía: “Imagino que no es fácil para ustedes. Yo he tomado una decisión, no sé si me equivoco… si acierto… quién no arriesga no gana, ya la he tomado y espero no equivocarme”.
Primero se dirigía a Sara: “Sarita, Sara. Le voy a hacer un poco de caso a mi madre y conocerte unos días más y comprobar que ha sido eso, que ha quedado ahí y que no me equivoco ¿vale?”, pero la aludida tenía otra sensación, cree que se queda por la afinidad que tiene con su madre y Javi se encargaba de desmentirlo: “No, qué va, te quedas por mí”.
Muy diferente fue su decisión con Raquel: “sinceramente después de lo de ayer, me lo pasé muy bien, del carajo, pero creo que lo que es un día a día, como pareja, nos aburriríamos los dos. Lo siento porque me lo he pasado muy bien”.
Y Raquel se marchaba, más triste de lo que ella misma creía: “me gustaba más de lo que pensaba”, concluía.